Dolorosa decepción…

jueves, 21 de noviembre de 2019 · 02:20
Twitter: @HigueraB Uno de las razones por las que me gusta el periodismo y el análisis político es que me permite identificar incongruencias en el tiempo de figuras públicas. De esta formas, tengo la oportunidad de ver cómo las figuras públicas trasmutan en personajes completamente desconocidos y diferentes a los que eran en un principio. En ocasiones, este testimonio lo acompaña la decepción como es el caso del actual Padre Solalinde. Hace cinco años y medio tuve la oportunidad de entrevistar a otro Alejandro Solalinde. En aquella ocasión me quede admirado por su determinación y claridad, por la justicia de su causa. Sin una sombra de duda, el fundador del albergue “Hermanos en el camino” habló que la grave crisis humanitaria que la corrupción entre las autoridades generaba al atacar migrantes, al tiempo que las mafias reclutaban y desaparecían personas y niños.
Se hablaba de violencia e inseguridad, algo que no ha cambiado en casi seis años.
Entonces, el sacerdote declaró con convencimiento que  la responsabilidad de la crisis humanitaria no se detenía en los grupos criminales organizados sino de la sociedad en conjunto, a las familias, la iglesia y de forma particular a las autoridades “corruptas y que actúan de forma criminal” que habían generado una gran simulación con respecto a los derechos humanos de los migrantes. Por eso me decepciona la claudicación en la lucha que significó su descalificación, el pasado lunes, de la decisión del poeta Javier Sicilia de emprender una vez más el camino de las marchas para tratar de presionar un cambio en la presente política de seguridad. No descalifico todo el trabajo que despliega Solalinde, pero me deja consternado que él, que durante años encabezó caravanas en favor de los derechos de las personas migrantes no pueda entender y acompañar la exigencia de cambio en una política pública, en medio del que apunta a ser un años especialmente violento, un año rompe récords en asesinatos. Y es que el mismo lo dijo, hace un lustro, la paz, la seguridad, los derechos humanos de migrantes y de todas las personas se logran a través de la construcción de puentes que incluyan a todos: gobierno, familias, organizaciones de la sociedad civil y de liderazgos sociales como el que ostenta él y Sicilia. Es cierto que, como tuiteó hace unos días, es necesaria la unión de todos los mexicanos para solucionar la crisis de seguridad que afecta a todas y todos. De igual forma es necesario que regrese el padre que cuestionaba tanto los métodos como los resultados de los que se encuentran en el poder pues apremia lograr algo más que negar que las matanzas y acusar a otros, urge solucionar las desapariciones, muertes y la impunidad que van en aumento.
El padre Solalinde de antes no otorgaba cheque en blanco para las autoridades, el de ahora exige que lo extendamos todos sin razones claras.
Antes cuestionaba con base en hechos y datos, ahora declara en un acto de fe. Antes peleaba por todos y apoyaba a los demás luchadores, ahora  cuestiona sus causas a pesar de haber estado hombro con hombro durante años. ¿Quizá pensará que esto es cuestión solo de abrazos y buen ejemplo? En lo personal, más allá del dolor de la decepción, me quedo con la respuesta que el poeta dio al sacerdote: “Querido @padresolalinde, Javier no es un político, es poeta y padre de un hijo asesinado en una guerra absurda emprendida hace más de una década. “Voy a caminar solo, con pocos o muchos, para decirte a ti y a los que quieran escuchar que la casa de todos sigue en llamas”.”  

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