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Actos de poder
Durante décadas, las organizaciones sociales y partidistas recibieron recursos públicos para financiar sus actividades, ya fueran estas productivas, sociales y hasta culturales.
Todo se acabó cuando llegó al gobierno Andrés Manuel López Obrador que, desde la campaña de 2006, aseguraba que la entrega de esos recursos solo servía para enriquecer a los dirigentes de esas organizaciones.
Creo que, en la gran mayoría de los casos, el presidente tiene razón.
Sin embargo, quienes han obtenido esos recursos a lo largo del tiempo no están dispuestos a perder el apoyo de sus legisladores para que se negocien “bolsas” de recursos que se destinen a los beneficiarios últimos por medio de esas organizaciones.
Por muchos años vimos desfilar a gobernadores por la Secretaría de Hacienda y la Cámara de Diputados en busca de recursos en los meses en que se discutía el presupuesto. Algunos obtenían, juntos sus legisladores, apoyados en “esas” organizaciones, dinero público para realizar “obras significativas” en los estados y municipios.
Pero esas obras tenían destinatarios, los agremiados o militantes de esas organizaciones a las que se les entregaban recursos del erario para vivienda, electrificación, apoyos para la producción del campo, construcción de caminos vecinales, pozos de agua, escuelas y cientos de obras más.
Pero no todos los recursos llegaban a su destino final.
De la mano de esas “negociaciones” vimos el crecimiento económico de líderes de esas organizaciones y dirigentes políticos cercanos a ellos. No es casual que, hace muchas legislaturas, los diputados del PAN se hayan dado a conocer por gestionar moches para alcaldes a los que condicionaban su apoyo para gestionar la entrega de recursos a cambios de una comisión o la contratación de alguna empresa para realizar los trabajos de la obra solicitada.
El enriquecimiento de unos a costa de los recursos de todos es lo que llevó a López Obrador a cancelar la entrega de dinero por medio de intermediarios. Ahora, dice el presidente, el dinero le llega a quien realmente lo necesita.
Si bien el lo central estoy de acuerdo, combatir la corrupción de pseudo líderes, también creo que se debe aprovechar el impulso de esta determinación para separar a las organizaciones que sí cumplían su cometido y destinaban el recurso entregado para llevar beneficios a la sociedad.
Abatir la corrupción no solo es no darle a quienes abusaron de la gestión social para quedarse con los recursos públicos, también es reconocer que no todas esas organizaciones lucraban con la necesidad de la gente. Que no paguen justos por pecadores.
La Letrina. Acusaron a Evo de dictador y los que lo hicieron renunciar, usan las armas para reprimir y ensangrentar al pueblo boliviano que se atrevió a llevar a la presidencia a un indígen