La ley importa

lunes, 18 de noviembre de 2019 · 02:10
Twitter: @abi_mt

Lo que vimos esta semana en el Senado, es una de las escenas más lamentables de la vida política del país en su historia democrática. 

Que el partido hegemónico, aún con su ventaja numérica, hiciera un nombramiento de la forma más irregular e ilegal del que se tenga memoria para designar, nada más y nada menos que la Comisión Nacional de Derechos Humanos, debería levantar banderas rojas. Vale la pena preguntarse: si así tuercen las reglas para forzar un nombramiento en una institución con más poder simbólico que institucional, ¿qué estarán dispuestos a hacer para no perder las instituciones que controlan grandes partidas de presupuesto y determinan las políticas públicas del país?

Desde hace tiempo hemos estado viendo señales de una postura muy moldeable con respecto al cumplimiento de la ley por parte de las autoridades.

El propio presidente, quien al tomar posesión juró guardar y hacer guardar la Constitución, ha mencionado que “si se debe elegir entre la justicia y la ley, se debe elegir siempre la justicia”. La liberación de Ovidio Guzmán, si bien entendible para evitar muertes innecesarias, es indiscutiblemente, el Estado claudicando ante un mandato de la ley. Y esto no es menor, porque las leyes se crearon como un consenso de la sociedad para determinar lo que legal y por ende justo, y no para que nuestro gobernante en turno haga ese tipo de determinaciones de manera unilateral. Los principios de justicia de la sociedad son moldeables, y pueden evolucionar a lo largo del tiempo, y para hacer esos cambios existen mecanismos, también determinados por la ley, que hoy más que nunca, gracias a sus mayorías legislativas, están a la mano de este gobierno.

La llegada de Evo Morales a México, si bien justa para honrar la tradición del asilo humanitario que ha ostentado nuestro país, merece ser revisada con una visión más crítica de la que nuestro gobierno ha mostrado, y abona a este debate. La narrativa que han adoptado, reconociéndolo como huésped distinguido, como víctima de un golpe de estado, reside en  la explotación ideológica de verdades a medias sobre un fenómeno altamente complejo.

Sí. Durante la gestión de Evo Morales se abatieron problemas sociales de forma importante, el porcentaje de bolivianos en condición de pobreza disminuyó significativamente. 

Sí. El liderazgo de una persona de origen indígena importa, simbólica, política y socialmente. 

Sí. Evo Morales violó la constitución, socavó instituciones que debían ser su contrapeso e impuso su voluntad a la voluntad popular en más de una ocasión.

Sí. El quebranto absoluto de la ley de Bolivia, a la que hoy recurre la oposición para perseguirlo y removerlo ilegalmente del poder, es un puerta que Evo Morales empezó abriendo poco a poco, y ahora que la pateó, regresó a pegarle en la cara. Todo esto es innegable. 

Es de preocupar que el gobierno reciba a Evo con los privilegios de un mandatario, cuando ya no lo es. Es de preocupar que se le permita usar la palestra pública, avalada por nuestro gobierno, para que lance mensajes políticos. Es de preocupar una admiración tan profunda por una persona que determinó que él debía ser quien calificara su desempeño y decidir su permanencia en el poder en lugar de someterse a la evaluación de los ciudadanos en las urnas.

Las reglas importan porque cuando el presidente de un país actúa como si fueran accesorias, lanza el mensaje de que la ley no importa, y quebrarla a conveniencia resulta atractivo mientras se cuentan con apoyos meta institucionales (como el del ejército) para hacerlo impunemente. Esto funciona hasta que ya no funciona, y se debe enfrentar un sistema de actores acostumbrados a romper la ley, sometiendo a los ciudadanos a todo tipo de atropellos.

El Estado de Derecho importa, la Ley importa. Importan porque limitan la conducta de todos los actores de nuestra sociedad, de los ciudadanos y del gobierno. Grandes tragedias históricas se han dado al amparo de quienes no conocen ni reconocen límites.

Otras Noticias