Evo y la diplomacia del cocal

lunes, 18 de noviembre de 2019 · 02:30
Twitter: @jonasartre

El objetivo de esta columna es identificar la coyuntura internacional respecto a las políticas de drogas, en particular las relacionadas con la coca en su forma de hoja y la utilizada para la preparación de suplementos, remedios tradicionales y una diversidad de productos de consumo. Tomando en cuenta la figura de Evo Morales en su trayectoria como presidente de Bolivia en relación al Régimen Internacional de Control de Drogas.

Lejos de la retórica polarizante, las filias y las fobias respecto a la figura y el actual contexto de Evo Morales, habría que señalar su papel decisivo en el actual momento de flexibilización y cuestionamiento al régimen internacional de prohibición de drogas y la particular forma de hacer diplomacia sobre drogas del depuesto presidente.

La hoja de coca proviene del arbusto del mismo nombre, ha sido un remedio y una planta de uso tradicional en la zona andina desde tiempos previos al contacto con los españoles, algunos vestigios arqueológicos han datado su uso mascado desde hace cinco mil años. Es utilizada en la farmacopea herbolaria tradicional para: el mal de altura, reumatismo, enfermedades respiratorias, como suplemento nutricional y digestivo, se cultiva y es utilizada en Ecuador, Colombia, Bolivia y algunas zonas de Venezuela, Chile y Argentina.

En el ámbito mítico religioso, la coca funge un papel predominante en la identidad indígena y se han reportado reminiscencias de su utilización tradicional por especialistas rituales en usos chamánicos modernos como: la lectura de las hojas y en ofrendas para la “pachamama”. Así como, el mascado tradicional, actividad que fue retomada por Evo Morales como discusión internacional en la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2006. Desencadenando que el año siguiente 2007, la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, retomara el tema de la reclasificación en su informe anual agregando una posible reserva para usos tradicionales.

En marzo de 2009, el Presidente de Bolivia, envió una carta al Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, solicitando la suspensión de los párrafos 1c y 2e del Artículo 49 de la Convención Única de las Naciones Unidas de 1961 que prohíbe la masticación de la hoja de coca. También anunció que comenzaría un proceso para eliminar la hoja de coca de la Convención Única.

El 30 de julio de 2009, la propuesta boliviana de enmendar la Convención Única, sobre la eliminación de la obligación de abolir la masticación tradicional de la hoja de coca fue abordada en la agenda del ECOSOC (Consejo Social y Económico de la ONU). Dando un plazo de 18 meses para expresar objeciones o comentarios sobre la solicitud boliviana, con un plazo hasta el 31 de enero de 2011. Sin embargo, la propuesta no fue aceptada y se presentaron reservas por 17 países incluyendo:  Estados, Unidos, Canadá, Holanda, Reino Unido, México, entre otros. Lo cual provocó que Bolivia saliera de la Convención de 1961 regresando en 2013 con las reservas antes mencionadas sobre uso tradicional.

En este orden de ideas, el gobierno Boliviano desplegó una serie de instrumentos de comunicación como la nueva diplomacia pública, utilizando “marketing social”, con el impulso del potencial cultural y económico de la hoja de coca, fomentando un mercado abierto de suplementos alimenticios, bebidas energizantes, harinas, dulces, licores, matés, etc.

Por su parte, el trabajo diplomático clásico del Gobierno Boliviano, constó en llevar a la máxima tribuna del sistema de fiscalización la inefectividad de la erradicación forzada así como las contradicciones derivadas de los acuerdos establecidos durante las convenciones sobre drogas, en especial las impuestas en 1961, 1988 y las resultantes de la UNGASS 1998, para erradicar el cultivo de coca. Objetivo con pocos resultados significativos y por el contrario se identificó según reportes de la UNDOC un crecimiento de los cultivos y producción de hoja de coca para el mercado ilícito, datos que tienen concordancia con los reportes sobre la caída en el precio de la cocaína derivada de la alta producción de hoja de coca, los conflictos políticos en Venezuela y los fallidos acuerdos de paz en Colombia.

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