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Sobre la mesa
Hasta el momento no les ha hecho “justicia la Revolución” a quienes pensaron que Tabasco saldría de la mala situación económica por el sólo hecho de tener un presidente tabasqueño.
Irónicamente, la tierra del presidente Andrés Manuel López Obrador va de mal en peor, al menos en el tema económico. No lo digo yo, lo dicen los números.
De acuerdo con el Indicador Trimestral de la Actividad Económica Estatal (ITAEE) del Inegi, Tabasco decreció 10.6% y se ubica como la entidad con el desplome más grande del país. Claro está, en general en el sur-sureste hay un decrecimiento en la economía; sólo con excepción de Yucatán, Quintana Roo y Veracruz, que no rebasan a un incremento del 1 por ciento.
El problema de Tabasco es que con este resultado acumula 3 años y medio con saldo negativo. En resumidas cuentas, la cuna del presidente López Obrador está en terapia intensiva.
Si no ha quedado clara la gravedad de la situación, el decrecimiento de la economía tabasqueña se traduce en una tasa de desempleo elevada, baja inversión privada, pocos servicios y una tierra en la que salir adelante es cada vez más complicado.
¿Por qué Tabasco es último lugar? En primera instancia, no es culpa de AMLO, quizá tampoco sea culpa del actual gobernador, Adán Augusto López Hernández. Sin embargo, ahora ellos tienen el compromiso de sacar al estado de este bache, no hay pretextos, conocían la situación de la entidad y aceptaron el reto.
El detalle es que, con Adán Augusto López Hernández no se observa un cambio de tendencia. Por el contrario, el decrecimiento económico sigue y se antoja difícil que el gobernador de Morena consiga revertir los números rojos de Tabasco.
López Hernández ha continuado con la tradición de gobernar con políticos y no con personas técnicas, especializadas en cada área. A esto hay que agregar que al parecer la apuesta del gobernador de Tabasco es que la Refinería de Dos Bocas acabará con el problema económico de la entidad.
¿Es neta? Justo es la dependencia de la actividad petrolera lo que hoy tiene a Tabasco en el último lugar nacional en crecimiento económico. Así es, desde 2014 con la crisis petrolera el estado comenzó con una dinámica a la baja, la cual no ha logrado revertir. Ningún gobierno se preocupó por “despetrolizar” la economía del estado. No hay señales de que López Hernández pretenda ser la excepción.
Campeche, por ejemplo, que tiene su Producto Interno Bruto más ligado a la actividad petrolera, no ha sufrido tanto los estragos de la crisis porque ya diversificó su economía.
En Tabasco pasa lo contrario, la economía no se ha diversificado. No hay una apuesta real por el campo, el comercio o el turismo, sólo por citar algunos casos.
Además, el gobierno del Estado continua sin poder revertir los índices de inseguridad, algo fundamental para la atracción y retención de la inversión, sin mencionar la infraestructura carretera que es pésima y en la que tampoco se está invirtiendo.
¿Puede el gobernador López Hernández cambiar la tendencia? Claro que puede, está obligado a hacerlo, pero no lo logrará sino cambia su estrategia –si es que la tiene– porque está claro que, el petróleo ya no es la mina de oro que tenía el estado.
Adán Augusto López Hernández necesita dejar de rodearse de “políticos queda bien” y trabajar con personas más técnicas y más capaces, que entiendan las vías para revertir el decrecimiento.
Si Tabasco no logra crecimiento económico, el desenlace está más que cantado: desempleo, quizá el más duro porque le pega a los tabasqueños, a la gente que le dio el voto a López Hernández esperando un “verdadero cambio” (ahora sí).