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Hoy 31 de octubre, día de Halloween, le dejaron a la hija de una compañera ir a ver la obra de teatro de Coco, sí basada en la película de Disney, en donde hablan del Día de Muertos, tradición mexicana que fue ficcionada por el estudio estadounidense y que hoy en día es la representación más icónica y popular para los mexicanos.
La afinidad del estudio estadounidense por México viene desde los años 40 con la política del ‘Buen vecino‘ impulsada por el gobierno estadounidense, en donde se retrataba a México como moderno y amigo de este país, de ahí la creación de Panchito, el primer personaje mexicano en las historias de Disney, quien apareció en Los tres caballeros (1944).
Esto no es casualidad, México es el cuarto mercado para cine en el mundo, por ello es atractivo conquistarlo y sí conquistarlo en todos lo sentidos, al grado de hasta querer registrar Día de Muertos como marca propia.
En 2013 Disney buscó registrar la marca Disney Pixar Día de Muertos, que tenía como base la festividad mexicana, ante la polémica de la apropiación cultural el estudio decidió cambiar de nombre.
Antes de esto, en febrero de 2005 los productores mexicanos Estefania Gaona y Roberto Gómez Fernández quisieron registra la marca Día de Muertos en el Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual, lo cual no fue permitido por dicho instituto, no obstante cuando se enteraron en el 2013 de las intensiones del estudio estadounidense decidieron demandar al instituto, ya para ese entonces tenían registrado el guión y los personajes.
Al ganar la demanda, los productores todavía tuvieron que recorrer un camino largo que comenzó en el 2005, pero fue hasta el 2016 que ganaron el EFICINE y este mismo año Coco fue estrenada.
Este fin de semana se estrena Día de Muertos una 100% película mexicana que como dijo el productor:
“Al final hicimos la película que quisimos con talento totalmente mexicano. Pudimos haberla llevado a Estados Unidos y hacerla allá pero queríamos que fuera una cinta mexicana con una historia muy mexicana”.
Declaró el productor para El Universal.
He aquí la diferencia, mientras a los productores mexicanos les tomó 14 años estrenar una película mexicana, al estudio estadounidense le tomó tres años.
