¿Está mal querer paz cuando el mundo está en llamas?

viernes, 25 de octubre de 2019 · 02:00
Twitter: @AlfiePingtajo Abro las redes sociales, prendo la televisión para ver las noticias o programas de debate, o enciendo la radio y sintonizo el noticiero favorito para darme cuenta de que existen muchas cosas sobre qué escribir, pero al mismo tiempo me invade una sensación como de, parafraseando al trovador cubano Silvio Rodríguez: soltar todo y largarme, imaginando que algún día seré poeta (o dramaturgo).
El mundo colapsa en muchos aspectos y la sensación de incertidumbre es amplia.Barcelona arde, Ecuador, Chile y Bolivia también están en llamas.
Cuba no mejora y Argentina tampoco. Y México, pues hace muchos años que es un cementerio y a pesar de algunas políticas que está emprendiendo el actual Gobierno para combatir la desigualdad socioeconómica, tampoco se ve que vaya a mejorar. No se puede combatir la desigualdad quitándoles a los que antes se les daba, para darles a los que no recibían nada o poco. No se puede abogar por reconstruir el tejido social y combatir el encono o resentimiento social, si desde la tribuna pública se habla de pueblo bueno y conservadores, pueblo bueno y fifí. Dice un dicho que siempre que veas las barbas del vecino cortar, pon las tuyas a remojar. Poco sé de política internacional y nada sobre el comportamiento de las bolsas y la fluctuación económica, pero tengo una sensación de que en México -si no tiene un correcto control de daños y cambia sus discursos por otros más centrados y menos confrontadores- estaremos a nada de volver a tener enfrentamientos entre supuestos liberales contra supuestos conservadores. Repito lo que dije hace unas semanas en este mismo espacio: lo que menos necesita México es más violencia o que el pueblo (sin importar su rango social o económico) se enfrente al pueblo.
México necesita que sus líderes políticos entiendan que no están para generar conflictos, sino para evitarlos...
que -a pesar de que hayan llegado por una corriente de pensamiento- una vez en el poder, deben gobernar y legislar pensando en generar políticas, leyes y reformas que a todos les provean de los derechos universales y les faciliten el acceso a una vida digna, libre y progresista. Y a los ciudadanos mexicanos nos corresponde seguir defendiendo los derechos ganados, pelear por los aún no otorgados o no reconocidos y debatir sana y libremente. Todos tenemos derecho a pensar y actuar distinto.
El disenso es un valor democrático. Lo que no es válido es obligar al otro a pensar como uno o atacarlo por pensar distinto.
Y al gremio artístico cultural le toca generar libros, obras de teatro, pinturas, películas que contribuyan al debate, al cuestionamiento; pero también que nos permitan desconectarnos de la realidad, entretenernos y tomar fuerzas para afrontar el día a día con una sonrisa o un espíritu reconfortado.
Las utopías se están cayendo, otra vez, y lo único que me da esperanzas es el arte.

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