No apoyo la revocación de mandato

jueves, 24 de octubre de 2019 · 02:20
Twitter: @HigueraB Hace pocos días, la cámara de senadores de nuestro país aprobó la revocación de mandato aplicable al presidente de la república. Las diversas posiciones que éste hecho desató demuestran que no hemos avanzado en el debate político nacional y se recurre a las mismas líneas discursivas que los últimos 10 meses y pico. Por un lado se encuentran los que se vanaglorian de hacer historia y de abrir la opción de que el gobierno pase por un proceso supuestamente equivalente al voto de censura o de confianza de un parlamento. En la otra esquina se encuentran aquellos que ven, como en casi todo lo que pasa en estos días, una señal de apocalipsis político para nuestra democracia. En otras palabras que aseguran que se abre la puerta a la reelección.
En mi caso, no apoyo la revocación de mandato.
Mis razones no tienen nada que ver con la sicosis colectiva de oposición que todo lo ve como un plan malvado y tampoco caigo en la soberbia de creerme histórico, así nomás. Perpetuar esta disputa es superficial, debemos ir más profundo al momento de enfrentar este tema. En las polarizadas y simplonas visiones de este debate se puede detectar una falta de reflexión sobre el hecho mismo de introducir esta figura, la revocación,  en el sistema presidencialista mexicano. Y es que, la posibilidad de quitar un presidente por medio de una consulta vinculante que cumpla ciertas características, es sin duda un factor de desestabilización e ingobernabilidad potencial, si no se modifican al menos ciertas circunstancias actuales.

Posible inestabilidad

Para empezar, el presidencialismo como se encuentra construido en México es monolítico y casi inamovible. Sacar a un presidente antes de culminar su período es algo inaudito, a menos que se muera, se traicione a la patria o se sufra de un golpe de estado. Es decir, la estabilidad política que, bien que mal, ha sido la característica de nuestro país se puede venir abajo, ya que el eje rector del mismo ha pasado a ser removible. En otras palabras, la revocación puede ser equivalente a la muerte o una asonada militar si no tenemos cuidado en su manejo.

¿Participación ciudadana?

Se sostiene que  una de las bondades de esta reforma es que devuelve el poder a quién eligió al gobernante: el pueblo pone y el pueblo quita. Si miramos con cuidado nos daremos cuenta que no es tan sencillo. La forma en que se involucran los ciudadanos en México en materia política es, tradicionalmente,  a través de las elecciones. Y si tomamos en cuenta los índices de abstencionismo o las pocas veces que un ciudadano ha logrado que se interesen sus pares para ser candidato independiente, entonces veremos que alcanzar 3% de la lista nominal para iniciar un proceso de posible revocación de mandato no son enchiladas. Lo que nos lleva a…

Partidos, caciques y el presidente

Esta falta de involucramiento de los ciudadanos, más un sistema político electoral arabesco y abigarrado, más los requisitos para lograr una revocación nos dejan con muy pocas posibilidades reales como origen de un proceso revocatorio. Solamente  los partidos políticos y liderazgos caciquiles podrían llegar a tener la estructura, fidelidad y disciplina para lograr levantar el 3% de la lista nominal de lectores a nivel nacional. Y es que hablamos de unos  2.7 millones de ciudadanos, repartidos en un mínimo de 17 entidades federativas y que en cada una de ellas debe alcanzar al menos el 3% de su propia lista nominal local. Finalmente la consulta sobre revocación de mandato debe registrar un mínimo de 40% de los electores a nivel nacional, algo así como 36 millones de votantes, Para ser considerada válida. Todo en muy poco tiempo. Es cierto que formalmente solamente los ciudadanos pueden solicitar la revocación, pero díganme ¿Quién puede con estos requisitos? La respuesta es sencilla, las bases de los partidos políticos haciéndose pasar por ciudadanos de pie pueden. También pueden los caciques, si es que se coordinan, incluso quizá alguna organización criminal en un caso extremo. En otro escenario posible esto serviría también para que  un partido dominante podría iniciar este proceso, ya sea para fortalecer a un presidente afín o para quitar alguno que no.

¿Más democracia?

Es sencillo confundirnos y pensar que todo mecanismo que signifique una votación o consulta incrementa y profundiza la democracia. Esto no es cierto, en un gran número de casos. Para que esto ocurra, se debe tomar en cuenta una cantidad enorme de procesos, derechos, hacer cálculos, establecer una logística y considerar tanto la letra como el espíritu de las leyes para buscar un verdadero sentido democrático en un ejercicio de consulta o cualquier votación. Levantar la mano en una asamblea donde solo una fuerza política esta representada, no es democracia; pretender que una consulta sin representatividad y legalidad sean el fundamento para violar la constitución, como en el caso de la que se realizó a modo para la ley Bonilla, no es democracia; establecer que los ciudadanos “pueden” remover al presidente de un país donde las capacidades ciudadanas no se han terminado de construir y se encuentran amenazadas por factores como el neo clientelismo y la delincuencia; tampoco lo es. Falta mucho, estructural y políticamente, para llegar al punto en que la revocación de mandato sea un verdadero ejercicio ciudadano de democracia. Es una buena idea que no se sustenta en la actualidad. Por esto, me opongo a la revocación. @HigueraB

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