Aromas

sábado, 19 de octubre de 2019 · 02:31
Twitter: @LuzJaimes

Los niños tienen un olor particular. Es un aroma fresco que recuerda el sudor de una mañana de luchas, risas, juegos y regaños. Aroma a dependencia y vulnerabilidad. Una combinación de crueldad y ternura. Hedor a presente.

Los adolescentes y los jóvenes casi siempre huelen a sudor. Un sudor muy atractivo.

Aroma a todo nuevo, a ganas de todo lo que ofrezca el mundo. La energía excesiva que no se ha usado sale por los poros y encuentra su hogar en otros labios. El primer contacto, el segundo; y todos los demás.

El adulto posee un aroma casi agridulce. A veces delicioso y otras casi rancio.

Cuando se enamora huele diferente, pero el perfume de la frustración es muy particular y de los menos agradables. A pesar de todo, cada uno es cada cual, y se reconoce.

Ese olor a viejo no es mentira ni verdad. Así huele la cama, el baño, la ropa; algunas ideas.

Hay una nostalgia rotunda por las cosas nuevas que no interesan más. Apesta a gozo, a arrepentimiento, a cosas olvidadas por elección. Y hay un cierto aroma rumoroso a final.

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