Eliud

viernes, 18 de octubre de 2019 · 02:31
Twitter: @CLopezKramsky Hace poco escribí en este espacio un texto intitulado 1:59, en el que sostuve que si Eliud Kipchoge lograba correr un maratón (42 kilómetros y 195 metros) en menos de dos horas, estaríamos ante un evento histórico que nos obligaría a repensar los límites físicos del ser humano. Pues lo que parecía imposible, sucedió y ha desatado un intenso debate. Muchos detractores han surgido en todo el mundo y han tratado de minimizar el enorme logro de este corredor keniano. No estoy de acuerdo con ellos, pues se enfocan en argumentos que no son aplicables al caso. Explico. El 12 de octubre, en Viena, Austria, Eliud Kipchoge intentó, por segunda ocasión, romper la barrera de las dos horas en un maratón y lo logró. Kipchoge terminó la prueba en una hora, 59 minutos, 40 segundos y 20 centésimas, con lo que se convierte en la primera persona en la historia que corre un maratón por debajo de las dos horas. El récord mundial de maratón le pertenece a él mismo, y lo obtuvo en el Maratón de Berlín 2018, cronometrando dos horas, un minuto y 39 segundos. Los críticos de Kipchoge acusan que éste no es un récord mundial avalado por la IAAF (International Association of Athletics Federation), que es la máxima autoridad en la materia; además, mencionan en sus críticas que el logro no debe ensalzarse demasiado, pues Kipchoge contó con un equipo de 41 liebres, que son corredores que le ayudan a marcar el paso y lo protegen del viento; tuvo ayuda de su entrenador, quien lo seguía en una bicicleta y le proporcionaba líquidos; se apoyó de un automóvil que iba delante de él y le marcaba el paso con un rayo láser verde y que la ruta fue la más plana que se pudo encontrar; que le diseñaron los tenis más avanzados del mundo para la prueba; así como que se decidió correr en la fecha y hora más propicia para que él pudiera tener su mejor desempeño, por lo que desestiman el resultado. Muchos de ellos incluso mencionan que solo habría que reconocerle esta hazaña cuando la realice en una competencia no diseñada para él, es decir, en un maratón avalado por la IAAF. Se equivocan los críticos rotundamente. En primer lugar, porque Eliud Kipchoge aclaró antes de la prueba que él no buscaba romper la barrera de las dos horas para establecer un récord o para ganar dinero, sino para hacer historia. A Kipchoge no le interesaba romper el récord –que él mismo posee- sino lograr algo que nadie en la historia había podido hacer antes. Cuando se entiende esa perspectiva, todas las críticas son fútiles. Ahora bien, tradicionalmente, el maratón había sido un deporte individual, pero esta vez:
Kipchoge ha demostrado que es posible correr más rápido si se cuenta con un equipo, lo que nos abre una nueva perspectiva en la disciplina.
Sobre los avances tecnológicos, hay que decir que son parte de nuestra vida cotidiana y que prácticamente todos los logros y los récords de las últimas décadas se deben en gran parte a dicho avance. El VAR en el fútbol; el salto estratosférico de Félix Baumgartner; los títulos de Michael Schumacher o de Lewis Hamilton; las increíbles jugadas de Michael Jordan o de Lebron James; el récord de maratón femenil de Brigid Kosgei este mismo fin de semana en el Maratón de Chicago, o el mero ascenso al Everest de cientos de alpinistas que hoy se ve como algo cotidiano, son también producto de las nuevas tecnologías. No nos demos golpes de pecho cuando leemos este texto en una computadora poderosísima que cabe en la palma de nuestra mano y corremos los domingos con unos tenis Vaporfly 4% de Nike desarrollados para el propio Kipchoge en su intento de hace dos años y no olvidemos que con toda esa tecnología y “ayudas”, él tuvo que correr en ritmo de 2:50 mins/km cada uno de los 42 kilómetros, algo que nadie ha podido hacer antes. Lo que hizo Kipchoge el pasado sábado es una hazaña que tiene el objetivo de marcar un antes y un después; es una forma de demostrar que el ser humano no tiene límites y eso es mucho más que un récord mundial de la IAAF. Finalmente, dejemos de ser mezquinos un momento y reconozcamos cuando una persona rompe una barrera que parecía imposible para el ser humano.
Recordemos que nadie más lo ha hecho y que probablemente pasarán muchos años para que alguien más lo haga. Ahí está el valor de ese 1:59.40.

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