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El 17 de septiembre en el Centro de Investigación y Docencia Económicas, por iniciativa del profesor David Miklos, tuvo lugar el Seminario de Historia y Ficción 2019, con el tema «Historias de la mente: medicina, psicoanálisis, ideas y narrativa». Participamos Ronit Guttman, Jean Meyer, Karla Zárate y yo. Mi tema fue el «Traumatismo de Estrés Postraumático (TEPT) en la literatura y la ficción». Aquí presento un breve resumen de mi participación.

Según el Instituto Nacional de la Salud Mental de los Estados Unidos, el TEPT es un trastorno que algunas personas presentan después de haber vivido […] un acontecimiento impactante, terrorífico o peligroso. […] para que se considere que se trata del TEPT, los síntomas deben durar más de un mes y ser lo suficientemente graves como para interferir con las relaciones o el trabajo.

En la parte de literatura y ficción, distinguí, a mi modo de ver, tres expresiones del TEPT. La primera es cuando los autores no han sido relacionados con TEPT, pero sus personajes sí. Un ejemplo es Batman. Los padres de Bruce Wayne son asesinados justo frente a él, eso marca su vida y años más tarde se convierte en súper héroe.

 

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Batman’s been expecting you. What did you think of DETECTIVE COMICS #1012? #DCYearOfTheVillain

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El segundo caso es cuando el autor se expuso a situaciones detonantes de TEPT, pero sus personajes no. Ejemplifiqué con Pablo Neruda. Él estuvo en la Guerra Civil Española y escribió España en el corazón, donde retrata la pesadilla de la guerra, sin embargo, esa característica no permea en toda su obra, que en su gran mayoría no es de contenido bélico.

La tercera es cuando el autor se expuso a situaciones detonantes de TEPT y sus personajes también. Aquí recurrí a Tolkien. Él peleó en la Primera Guerra Mundial y mucho de lo que él vivió se ve en sus obras, como El Hobbit y El Señor de los Anillos.

México no es ajeno a esta expresión ya que contó con un instrumento de propaganda y orgullo que utilizaron los gobiernos nacionalistas posrevolucionarios: la Novela de la Revolución. Pero, ¿por qué estamos orgullosos de esa literatura? La Revolución Mexicana fue guerra civil con todas las atrocidades que eso conlleva, pero la labor de difusión gubernamental insertó a la Novela de la Revolución (y su violencia) en el imaginario colectivo como algo de lo que debemos de estar orgullosos, a pesar de que en su contenido hay una gran cantidad de abominaciones. Sin esa labor de convencimiento ¿qué quedaría?

 

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¡Viva México cabrones! ??? #mexico #siqueiros

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En esa línea, ¿cómo podemos interpretar la moderna narco-literatura? Desde la Revolución, México no había vivido una violencia tan brutal como la de ahora, pero a diferencia de todas las expresiones culturales generadas en aquellos años, las actuales aún no se pueden capitalizar políticamente ni convertirse en propaganda desde el ámbito gubernamental. Para eso primero habría que pacificar el país, y segundo, darles un ideal. Todo lo que gira alrededor de la Revolución tiene un ideal que es la propia Revolución. ¿La violencia actual tiene ideales? Pienso que no. Esta violencia tiene su origen en múltiples torpezas y confusiones políticas y eso es una enorme dificultad. Por estos motivos es muy probable que la presente literatura de la violencia no tenga la misma aceptación, además de que nuestros niveles de inseguridad y violencia tienen otros impactos más allá de la literatura, es decir, México avanza hacia un TEPT masivo y necesitamos planes para tratarlo.

#SolucionesDeRaíz