Por un México libre, laico, fraterno y universal

viernes, 11 de octubre de 2019 · 02:00
Twitter: @AlfiePingtajo Mis gustos musicales siempre han sido diversos y eso explica el por qué también tengo distintas preferencias en cuanto a teatro y literatura se refiere. En mi tierna y casi lejana adolescencia, disfrutaba escuchar a El Tri, al mismo tiempo que cantaba canciones de Fey y comenzaba a descubrir a Fernando Delgadillo u Óscar Chávez. [caption id="attachment_77788" align="aligncenter" width="600"] Fuente: @MBarbosaMX/ @lopezobrador_[/caption] Una de las canciones que me han ido siguiendo a lo largo de estos años es Carta a Francia de Fernando Delgadillo y en especial una estrofa: “Cada vez son muchos más los que se acercan la gente siempre aplaude y temo tanto darme cuenta de que tan sólo condesciendan con mi modo de mirar sin saber a ciencia cierta sí comparten lo que digo, si en verdad están conmigo, si conceden la importancia y el valor que les concedo yo también...” Con el transcurrir de los años me he rodeado de personas valiosas a las que quiero y amo, sin embargo, de pronto, cuesta trabajo darse cuenta si dicho sentimiento es recíproco. Y en tiempos como los de ahora, donde pensar distinto parece motivo de enfrentamiento, uno quisiera saber si la gente que sueles frecuentar coincide en que lo valioso no es la coincidencia ideológica sino el disenso y a la capacidad de dialogar sin buscar convencer al otro de nada.
La democracia en México -imperfecta, aún- se construyó con sangre.
México siempre ha tenido, como en todo el mundo, dos bandos ideológicos: liberales y conservadores; aunque los teóricos en política aseguran que existe un tercero: los de centro (serían como el punto medio de ambas ideologías). Aunque muchos asegurarían que esos bandos siempre han combatido por algo: gobernar sin prejuicios religiosos o gobernar anteponiendo lo que dicte alguna religión. Básicamente respetar o no el Estado Laico. Afortunadamente, de unos años para acá, las batallas se libran a través de partidos políticos y se deciden a través de votos. Por eso preocupan algunas señales:
  • Un Presidente de la República, representado en la figura de AMLO, que cada que tiene el micrófono asegure que los conservadores son los únicos que lo critican o que existen los fifís y el pueblo bueno.
  • Un Presidente de la República que quiera moralizar al país.
  • Un Presidente de la República que esté pagando a los evangélicos para repartir en todo el país la famosa cartilla moral.
  • Anunciar que habrá canales públicos para las religiones.
  • O mensajes como el de Miguel Barbosa, actual Gobernador constitucional de Puebla, donde palabras más, palabras menos, afirmó: “a mí me robaron la elección y por eso Dios los castigó”. Una declaración que hace clara referencia al lamentable accidente que sufrieron Martha Erika Alonso y Rafael Moreno Valle.
Lo que me extraña es que ambos personajes: AMLO y Barbosa -en su grito del pasado 15 de septiembre- hicieron una clara referencia a la “fraternidad universal”; dicho de otra forma: la masonería. Hasta antes de Carlos Salinas, todos los personajes que han ocupado la silla presidencial eran o son, hasta donde se sabe, miembros de la masonería. En la masonería, según algunos historiadores, han militado grandes personajes de la Historia como: Mozart, Amado Nervo, Joaquín Pardavé, Cantinflas, Ignacio Ramírez “Nigromante”, Ignacio Manuel Altamirano, Vicente Riva Palacio, Alexander Fleming, Chagall, Oscar Wilder, Arthur Conan Doyle, Voltaire, Mark Twain, Beethoven, Rudyard Kipling, Tolstoi, H. G. Wells, Goethe; entre otros. Pues bien, si muchos de estos miembros de la masonería han luchado por construir un mundo de libertad y laico (libre de absolutismos religiosos y con oportunidad de creer en lo que se quiera, sin necesariamente incorporarlo al gobierno):
No entiendo por qué AMLO y Barbosa osan en mezclar las creencias religiosas con el poder.
Yo quiero un México libre de toda religión y en el que todos y cada uno de los que habitamos este territorio gocemos de leyes que nos cubran y protejan a todos sin distingo de clase, religión, color de piel, lengua, identidad sexual, preferencia sexual y más. ¡Exijo un México libre y eso es lo que tendría que garantizar un supuesto partido que osa gritar que son de izquierda! ¡Exijo un México donde ya no haya más confrontaciones ni se hable de asesinar al otro, sólo por pensar distinto! Y usted, caro lector, ¿qué México quiere heredar a sus hijos y nietos?

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