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Los acontecimientos sucedidos respecto al sorpresivo ataque al complejo industrial petrolero en Khurais y Abqaiq en Arabia Saudita -infraestructura responsable de la producción del 6% del suministro petrolero comercializado en el mundo- y la cronología de hechos derivada, compone un momento inflexión que no define el futuro de Medio Oriente, pero si aclara el panorama coyuntural actual.

Las hostilidades entre Arabia Saudita y las insurgencias yemeníes comenzaron en 2014, desde entonces se ha librado un conflicto asimétrico en Yemen que se ha conjugado con conflictos internos y ha derivado miles de decesos y ha puesto a millones de civiles en estado de refugiados.

Los canales de resolución han sido secuestrados por actores externos que bloquean las salidas de emergencia y alargan el conflicto.

A continuación, comparto algunos apuntes personales para repensar y debatir:

  • Mike Pompeo, Secretario de Estado de Estados Unidos utilizó las palabras “acto de guerra” para describir el atentado, la afirmación que normalmente resulta de difícil digestión puede considerarse correcta. Las acciones fueron la respuesta a otros actos de guerra y representan un ejemplo de la dinámica de guerra actual, 18 drones y 7 misiles crucero coordinados quirúrgicamente a distancia, daño material 100% calculado y lo más característico: la invisibilidad del enemigo.
  • La primera reacción de Washington fue culpar a Teherán -ha sido así en cada oportunidad que se presenta-, pero continuará evadiendo la confrontación y seguirá utilizando instrumentos de presión económicos y políticos para bloquear a Irán. En Riad ahora pueden estar seguros de que EE.UU. no los acompañará en el frente de una hipotética confrontación convencional con Irán.
  • Debería ser muy preocupante la vulnerabilidad de un complejo petrolero del peso que representa Abqaiq para la estabilidad económica y energética global. Después de recibir un golpe en la obscuridad, los reflejos de defensa no reaccionaron, ni para identificar la fuente del ataque, lo anterior, tomando en cuenta la gran cantidad de antecedentes de atentados a puntos clave en territorio saudí en los últimos meses, el abultado presupuesto de defensa y el estado de guerra vigente al margen de la frontera con Yemen.
  • Teherán se ha mostrado como un observador que sabe jugar, tiene como salida la misma de sus rivales, formar coaliciones que formen contrapesos equivalentes, a la vez que sostiene conflictos subregionales; el acercamiento con China y Rusia será un manto protector superior al que preste cualquier sistema de defensa. Si bien se la han impuesto mayores sanciones económicas, su evasión es cada vez más accesible gracias al contexto multipolar, mediante el cual es posible migrar las transacciones interbancarias fuera de la esfera occidental y más específicamente del dólar.
  • Las fuerzas Hutíes en Yemen -quienes se adjudicaron el ataque al complejo petrolero saudí-, pueden estar envalentonadas por este hecho que se suma a la resistencia jadontvilliana que han presentado en una posición francamente asimétrica por 5 años de conflicto armado -presuntamente con el apoyo de Teherán y Hezbolá-.
  • Una confrontación directa de gran escala en Medio Oriente continúa siendo poco probable.

Es posible que los hechos hayan sido parte de una estrategia “escalar para desescalar”, en ocasiones no hay mejor momento para sentarse en la mesa de negociaciones que después de un pico conflictual.