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Las armas nucleares han tenido una alta capacidad disuasoria en la historia de los conflictos, la proliferación de armas nucleares como doctrina de defensa se estableció durante la Guerra Fría, teniendo presentes los sucesos lamentables del crepúsculo de la IIGM.

Sin embargo, los conflictos que aparecieron al final de la década de los noventa no tenían las proporciones de los que existían anteriormente, las doctrinas de defensa cambiaron y la proliferación fue desplazada, así comenzó una etapa de desaceleración en el desarrollo de armamento nuclear, no obstante,

Podríamos estar presenciado el inicio de una nueva etapa de proliferación, aunque en un camino inestable por el que se transita a la multipolaridad.

En las primeras dos décadas de este siglo, el poderío militar convencional de las potencias mundiales o regionales resulta en la mayoría de los casos asimétrico respecto al de los rivales que enfrentan o que podrían enfrentar, situación que ha provocado que las armas nucleares pierdan importancia, puesto que no son necesarias para intimidar o propiamente para llevar a cabo la neutralización de objetivos, los conflictos actuales requieren de tratamientos tácticos, empero, éste modelo de confrontación o disuasión convencional pudiese estarse agotando.

La misma asimetría entre fuerzas convencionales estaría causando la necesidad de muchos países que se encuentran en franca desventaja militar para retomar o acelerar sus programas nucleares.

La República Popular Democrática de Corea hace un par de años, sabiéndose inferior ante una intervención en su territorio, no tendrían otra vía que la nuclear para equilibrar la fuerza y lograr la permanencia del régimen, este ejemplo puede ser el antecedente de un rearme nuclear en diversos frentes.

El programa nuclear norcoreano funcionó para llegar a la mesa de negociaciones ganando también legitimidad, no hay razones para asumir que otros países no optarán por usar la misma fórmula.

Las tensiones relativas al acuerdo nuclear iraní o la escalada de tensiones entre India y Pakistán han sido preocupaciones que han subido la temperatura, un hipotético caso de proliferación de armas nucleares, podría provocar en primera instancia una nueva carrera nuclear y cualquier accidente podría ser el gatillo de una confrontación nuclear cuyos alcances no podrían ser gestionados, ya sea por los países de la región o por la docena de potencias que se entrelazan de una u otra forma.

Estados Unidos ha delegado muchos de sus intereses en Medio Oriente a potencias regionales como Arabia Saudita e Israel, que cuentan con ejércitos preparados para gestionar conflictos, pero al encontrar desequilibrios de fuerzas convencionales obligaría a estas naciones a adoptar componentes de disuasión nuclear, también en caso de que otras naciones reactiven sus programas nucleares, de lo contrario pondrían en riesgo la partida regional; algo similar ocurre en el Pacífico, el empoderamiento de fuerzas convencionales “locales” podría incentivar la adopción por parte de las flotas o bases estadunidenses de armamento nuclear.

El borde de un conflicto nuclear es distante, pero no es una situación imposible, si bien la sofisticación del armamento nuclear permite su uso en contiendas limitadas, su uso disuasorio seguirá siendo la mayor constante… el equilibrio de Nash en tiempos de multipolaridad.

Parafraseando a Michel Howard, es curioso que aquellos países que más abogan por la paz, sean los que acumulan mayor armamento.