Twitter: @IsaidMera
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No me gusta tocar estos temas en público porque entiendo que no se trata de nosotros, pero esta vez tengo la cosquilla de hacerlo, sobre todo dirigiéndome a los hombres. Disculpa de antemano.
Primero, reconocer la valentía, el corazón y el coraje de las mujeres que gritan un ¡ya basta! Porque ¡ya basta! Y no, no pueden indignarse más por monumentos, cristales o estaciones del metrobús que por la atroz violencia (feminicidios, violaciones, agresiones, etc.) que viven las mujeres en esta ciudad y en este país. No chinguen. Podemos estar, o no estar de acuerdo con que se rompa o se raye, pero créanme mis amigos que si a alguna mujer cercana a nosotros le pasara algo, querríamos romper todos los vidrios de la ciudad.
No pueden indignarse más por monumentos, cristales o estaciones del metrobús que por la atroz violencia
Segundo, entendamos que en realidad no podemos entender. El miedo que ellas sienten todos los días en las calles, en el taxi, en el Uber, ¡en muchos lugares! Y el acoso y los distintos tipos de violencia que sufren en lugares tan públicos como el metrobús o el metro, es algo de lo que no tenemos idea porque NO LO VIVIMOS. (Y claramente no me refiero a asaltos o a la espantosa violencia de esta ciudad, sino a lo que les ocurre por el simple hecho de ser mujeres).
Me compadezco de quienes públicamente o en sus adentros consideran que el gobierno de la CDMX tuvo que usar la fuerza pública contra las mujeres
Tercero, la agresión al reportero de ADN es cobarde y deberá ser castigado el (inserte su adjetivo favorito) que la hizo. Pero, otra vez, no se trata de nosotros. Un hombre agredió en una marcha que lucha, entre otras cosas, contra la violencia masculina. ¿Es necesario explicar más? Creo que no. Tampoco es un tema de la prensa, la cual, es verdad, vive asediada en estos días por otras muchas razones que no son una marcha feminista.
Cuarto. Me compadezco de quienes públicamente o en sus adentros consideran que el gobierno de la CDMX tuvo que usar la fuerza pública contra las mujeres. También de quienes en pleno 2019 usan palabras como ‘feminazi’. Pobres.
Quinto. Echémosle ganas, cada uno de nosotros en nuestro círculo cercano podemos generar cambios para desterrar de a poco lo que se vive hoy. Todos hemos en algún momento tenido alguna, o algunas, actitudes machistas, se dice, se asume, y se busca cambiar.
La Puerta Grande: Si hay que romper uno, mil o diez millones de vidrios para que las mujeres puedan vivir con absoluta paz y libertad en esta ciudad y en este país, pues que se rompan.