Twitter: @ricardotiradojr
Hace un par de semanas escribí en colaboración con Gluc Mx sobre aquellos personajes que tienen un trauma, literalmente un trauma, por la existencia de Andrés Manuel López Obrador. De plano al nivel de dejar de atender sus agendas, de impulsar temas y creo que hasta de salir a la calle, para dedicarse, exclusivamente, a twittear en contra del presidente.
El trasfondo de la columna que titulé El club de los opositores enfermizos, era insistir que México necesita una oposición objetiva, responsable y propositiva, y que, contrario a eso, gran parte de los personajes que intentan ser opositores de Andrés, se la pasan tratando de destruir, parejo, lo bueno y lo malo.
Ver esta publicación en Instagram
Como antes, con la gente, pero en los tiempos de la Cuarta Transformación. Ciudad Acuña, Coahuila.
En esta ocasión siento la responsabilidad de hablar sobre otro club que ha ido tomando bastante fuerza dentro del partido político Morena, con sus militantes y simpatizantes. Me refiero a “el club de los aduladores profesionales”. Seguramente quienes forman parte de este inclusivo grupo, se ofenderán por las líneas que ahora escribo, aunque carezcan de maldad y les sobre objetividad.
Para comenzar, una característica fundamental de los integrantes del club:
Ven a López Obrador como si fuera un dios, creen que es perfecto, creen que no es posible que se equivoque una sola vez.
Después viene una obsesión en torno a la personalidad de Andrés Manuel, esa obsesión enferma que los hace ensalzar, excesivamente, cualquier cosa que diga o haga el presidente. Aquí es donde se complica, hay evidencia de muchos gobernantes que han perdido la razón por ser tratados como algo que no son: seres superiores.
Existe un ejemplo clarísimo de las consecuencias de caer en el culto a la personalidad de un dirigente político.
El caso de Stalin y lo que termina resolviendo el Partido Comunista. Cito el Diccionario Filosófico 1965: 97-98
“La práctica del culto a la personalidad obstaculiza la justa educación de las masas, frena el crecimiento a su iniciativa, debilita en cada individuo el sentido de responsabilidad por la causa común.”
Lo que están haciendo con Andrés Manuel no está bien y tenemos que decirlo. No suma, resta. No ayuda, perjudica.
Hay casos verdaderamente decepcionantes de cuadros de morena con futuros prominentes, jóvenes políticos con un alcance mediático bastante considerable, personas muy preparadas académicamente, que, bien o mal, habían sabido mantenerse vigentes en la política nacional. Decepcionante porque de ser críticos objetivos, pasaron a ser defensores de lo indefendible.
Pasaron de dar grandes debates, a hacerle propaganda barata al presidente. Pasaron de saber reconocer los errores, a tratar de taparle (a como dé lugar, utilizando las expresiones más burdas) las zurradas al presidente. (Aclaro que en ningún momento mencioné a Antonio Atollini.)
Lo mencionado anteriormente es parte de la transformación que tiene que darse en las personas para poder ser militante condecorado del club de los aduladores profesionales.
Tengo también que reconocer que dentro de morena existen actores que han conservado la crítica hacia adentro de su partido y hacia las acciones que, por sentido común, todos sabemos que están mal.
Dos políticos de bastante peso que pudiera mencionar serían Porfirio Muñoz Ledo y Ricardo Monreal, que, por poner un ejemplo, desde el Congreso de la Unión y el Senado de la República, se han posicionado totalmente en contra de la extensión de mandato del gobernador de Baja California (candidato por morena), a sabiendas de que esto viola el mandato constitucional y afecta gravemente la democracia en México. Algo que la mayoría de militantes y simpatizantes del partido, han decidido callar, y esperar a que Andrés Manuel les diga que opinar al respecto.
La fuerza juvenil de Morena está a tiempo de decirle: ¡No al club de los aduladores profesionales!
Deben darse cuenta que van empezando a participar en la vida pública del país, la mayoría no le debe nada a nadie, no tienen compromisos, y así deberían mantenerse. Porque el compromiso es, principalmente, con el pueblo mexicano. Y, posteriormente, con la agrupación a la que pertenecen. La lucha deben darla para mejorar las condiciones de vida de la gente. La lucha deben darla para defender la democracia en cualquier espacio donde se encuentren.
Sean críticos para adentro y para afuera, de eso se trata. Los viejos políticos ya se van, ustedes se quedan. Verán pasar a muchos presidentes, gobernadores, diputados y senadores, y su observación en su actuar será fundamental, y su crítica será importantísima para que rectifiquen cuando haya errores.
Cierro esta columna dedicándole una frase al club de los aduladores profesionales. Una frase de quien, les podría asegurar, no me cae mal. A veces coincido con sus decisiones, y le aplaudo. A veces no coincido con sus decisiones, y lo critico. Y eso está bien, y es sano.
“Abrazos, no balazos”
-Andrés Manuel Lopez Obrador, presidente de México.