Twitter: @marisahurtadom

Hace un par de semanas arrancó esa “magnífica” época del año donde el dios Tláloc, iracundo, visita la Ciudad de México para regresarla a sus antiguos orígenes de ser una urbe sobre agua, como lo fue la gran Tenochtitlan.

En esta temporada, el dios de las nubes y la lluvia, nos enseña todas las obscuridades del mundo subterráneo, haciéndolas salir a flote, y recordándonos que es mejor medio de transporte una chinampa, que un coche.

Por más cursi que suene, si no somos parte de la solución, somos parte del problema.

Foto: Víctor Sandoval

Y a pesar de que esto viene ocurriendo desde hace años, y que sabemos que Tláloc vendrá a adiestrarnos como siempre, parecemos decididos a cometer los mismos errores, asegurando que nos enfrentamos a lluvias “atípicas” y “simples” encharcamientos, en lugar de aceptar que hay diferentes y claros componentes que han contribuido a que año con año, nuestra ciudad se inunde.

Factores clave de esto son:

  1.  La inmensa falta de infraestructura hidráulica en nuestro país.
  2. La insuficiencia en la capacidad de desalojo pluvial.
  3. Que no tomamos medidas preventivas como un buen sistema de almacenamiento o captación pluvial para enfrentar las lluvias que son cada vez más abundantes.
  4. La disminución de las filtraciones de agua debido a la desenfrenada y caótica urbanización que hemos llevado a cabo, y, por supuesto.
  5. La falta de civismo de los ciudadanos que tiran basura por donde sea, y por ende se tapan las coladeras. A estos elementos, hay que sumarle la siempre omnipresencia de la corrupción en los permisos de construcción, que ha llevado a que se construyan grandes edificios en zonas riesgosas, lo que ocasiona grandes deslaves y afectaciones que sólo empeoran la situación.

Evidentemente, esto es un problema de fondo, pero nuestros gobernantes prefieren invertir en proyectos vistosos y posiblemente más baratos (como el segundo piso), que les generen votos, que atender un problema que sólo irá agravándose, ya que…

La CDMX se seguirá hundiendo por la extracción de las aguas del manto acuífero, mientras que el fondo de la ciudad se seca, y su superficie se inunda.

Como ciudadanos, necesitamos exigir a los gobiernos que inviertan nuestros impuestos en obras hidráulicas que permitan el desagüe de las aguas de lluvia de manera óptima, que se revisen los permisos que se otorgan a empresas constructoras para edificar centros comerciales, condominios, edificios, etcétera, y que se realicen las ampliaciones necesarias en el sistema de drenaje profundo. Asimismo, debemos de crear conciencia de que nosotros también somos parte del problema, no sólo tirando basura, pero no demandando que este tema sea una prioridad.

Por más cursi que suene, si no somos parte de la solución, somos parte del problema.