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El día de ayer fue ratificado el abogado Christopher Landau como embajador de Estados Unidos en México. Landau, de 55 años y egresado de la Universidad de Harvard, es socio del muy prestigiado despacho de abogados Quinn Emanuel Urquhart & Sullivan, con sede en Los Ángeles y con oficinas en Nueva York, Chicago, Houston, Londres, Moscú, Hong Kong, Sydney y Zurich, entre otras ciudades. Un dato que revela la relevancia de la firma es la facturación anual de la firma, la cual supera el billón de dólares.
El Senado de #EUA ratificó a Christopher Landau como embajador en #México, el primero elegido por #DonaldTrump.#EsDeMañana con @monicagarzag | https://t.co/sxuOmdNV9M pic.twitter.com/zbAHbftL5C
— adn40 (@adn40) August 2, 2019
El nuevo representante diplomático habla con fluidez y sin acento el español porque su padre -George W. Landau- fue embajador en Chile, Paraguay y Venezuela, además de que ocupó un alto cargo en la embajada de su país en España. Fue en este último país donde nació el ahora embajador en México.
Sus vivencias a lado de su padre en tierras iberoamericanas despertaron su temprano interés por la historia y la política de Latinoamérica lo que a la postre lo orilló a estudiar un posgrado en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Harvard.
Desde marzo de este año, el presidente Trump nominó a Landau como embajador en nuestro país y fue hasta cuatro meses después que fue ratificado por el Senado del vecino país del norte. Tras esta ratificación, faltaría sólo el visto bueno de la Cámara de Representantes.
Los retos que le esperan al embajador no resultan nada sencillos. La relación atraviesa por momentos de suma complejidad, que a pesar de la “buena” relación y entendimiento entre el gobierno de Trump y de López Obrador, sigue vigente la amenaza por parte del presidente estadounidense de imponer aranceles si a su parecer el gobierno mexicano “no hace lo suficiente” para contener el flujo de migrantes cuyo destino final es Estados Unidos.
Cabe recordar las fuertes presiones que ejerce Washington para que los países centroamericanos se conviertan en “tercer país seguro”.
Recientemente Guatemala hizo lo propio para que los migrantes pidan asilo en ese país antes de continuar su camino al otro lado del Río Bravo.
A la par, se han incrementado de manera importante las detenciones fronterizas. Tan sólo en el pasado mes de abril fueron detenidas casi 120 mil personas en la frontera o cerca de ella.
El narcotráfico también representa -desde la administración Nixon así lo ha sido- un tema preponderante para la sana convivencia entre los dos vecinos de Norteamérica. Trump ha dicho en campaña (y seguramente retomará el tema en los meses por venir) que “la frontera sur es el conducto por donde llegan enormes cantidades de drogas ilegales”.
México es el mayor socio comercial de Estados Unidos en el mundo.
En 2018 se intercambiaron más de 600 mil millones de dólares trasfronterizo. Al embajador Landau le aguarda la aprobación en el Capitolio del USMCA –como se llama el T-MEC en Estados Unidos- y continuar promoviendo un comercio reciproco y justo.
El legado que dejó su antecesora Roberta Jacobson fue muy positivo para llegar a acuerdos en temas delicados como fueron la renegociación del entonces TLCAN y en la persistencia de Trump por construir un muro para detener la inmigración.
En medio de choques constantes entre ambos países al inicio de la administración Trump, la diplomática personificaba la cara amable de Washington en nuestro país. Como anécdota recuerdo haber observado conversando a Jacobson y al expresidente Peña Nieto una tarde de sábado en un café de la calle Monte Líbano, en la Ciudad de México. Fue tan discreto el encuentro que pocos advertimos su presencia.
El nuevo representante diplomático tendrá que sortear circunstancias complejas en tiempos volátiles e impredecibles en ambos lados de la frontera.
Su profundo conocimiento respecto a la realidad latinoamericana y su pericia como constitucionalista contribuirán a que las dos naciones trabajen en conjunto y establezcan soluciones integrales a largo plazo. Bienvenido a México, embajador Landau.