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Todos nos hemos tropezado últimamente con esta palabra: “sororidad”. Cada vez está más presente, lo que muchos no sabemos, es que dicho término tiene ya más de 50 años. Fue en 1970 cuando la escritora Kate Millett, líder del feminismo de aquella época, propuso esta palabra con el fin de tener una idea por la que luchaba en su día a día para promover una unión social entre mujeres sin que existieran diferenciasde clases sociales y religiones. (Fuente: Sexual Politics, Kate Millet)
Sororidad es un término ético, político y práctico que surge del feminismo contemporáneo.
En él trasciende un sentido de complicidad femenina que busca por encima de todo, generar un cambio social.
No confundamos la sororidad con un feminismo extremo, el cual, no estoy de acuerdo, siempre he pensado que todos los extremos son malos, tanto un machismo, como un feminismo.
Creo en el hombre y mujer como complemento y que nosotras no tenemos aptitudes que ellos tienen.
La sororidad es una alianza entre las mujeres, es impulsada por ese movimiento de feministas, pero es la esencia del trabajo en equipo con más entrega y más hermandad.
A veces, nosotras mismas podemos llevar a cabo conductas que dañan a la idea de hermandad al cuestionar a otras mujeres, al pensar que si mi vecina ha logrado ese ascenso en su empresa “es por algo”; al dudar quizá, ya se convierta en una agresión y que por las razones que sean, en vez de creer que fue por sus méritos y apoyar su éxito.
La sororidad nos exige un ejercicio de crítica y auto-critica constante. Aveces, nosotras misma podemos llevar a cabo conductas que dañan la hermandad entre las mujeres, cuestionando a otras mujeres.
Uno de ellos es ver a las otras mujeres como competidoras y rivales, no es raro ver como en el transcurso del día a día , en la escuela, oficina, criticando unas con otras.
Somos nosotras mismas las que nos ponemos muros hasta generar un antagonismo sin sentido, donde lejos de empoderarnos, nos debilitamos…
Casi sin saberlo, nosotras mismas estamos perdiendo esa alianza, que se habia generado en nuestro pasado.
En la antiguedad las mujeres compartimos todo, hacíamos vida como la de un colectivo, enfocado a ayudarnos y enriquecernos emocional y psicologicamente, donde las mujeres mayores daban consejos a las jóvenes.
La sororidad nos permite recobrar nuestro poder como mujeres, donde unas a otras nos nutrimos, siendo dadoras de compañerismo y receptoras de hermandad donde juntas nos ayudamos a crecer y somos más fuertes que estando en soledad.
Estamos en una época donde las mujeres cada día nos empoderamos más, es importante retomar éste termino, retomar esas alianzas entre nosotras, para lograr ese empoderamiento que desde ya hace varios años lo hemos buscado.
Desde la perspectiva feminista, la sororidad impulsa el empoderamiento de las mujeres creando transformaciones a nivel individual e innovaciones en los procesos sociales que reproducen las circunstancias de subordinación femenina.
Dentro de la sororidad se suponen que el empoderamiento en esta población es una estrategia que no sólo es positiva para ellas sino también para otros grupos con deseos de participación. Lo que conllevará: incrementar el poder, acceder a la utilización y manejo de los recursos materiales, ganar influencia sobre otros grupos y participación en el cambio social.
Todo ello traerá como consecuencia positiva: la toma de conciencia colectiva e individual, defender sus propios derechos de las mujeres , la potenciación de las capacidades y finalmente la destrucción de la estructura de opresión de las mayorías.
La visión del empoderamiento de la mujer desde el campo de la sororidad implica el despertar de la conciencia en cuanto a la subordinación de las mujeres y la mejora de la confianza en sí mismas.
También la sororidad entre las mujeres es necesaria para poder impulsar el desarrollo de la autonomía personal y las acciones para determinar cuáles son sus objetivos e intereses en la vida y de ese modo modificar las relaciones establecidas con las instituciones y las estructuras de poder existentes.