Twitter: @CarlosGuerreroO

El reciente anuncio del gobierno mexicano en el sentido de que apoyará financieramente a gobiernos centroamericanos, ha generado críticas importantes por parte de un buen número de ciudadanos mexicanos. Sin embargo, la cooperación de México a Honduras, Guatemala y El Salvador tiene un propósito positivo y correcto.

Hace algunas semanas fue puesto en marcha el Plan de Desarrollo Integral por parte del gobierno federal mexicano, a cargo del presidente Andrés Manuel López y el canciller Marcelo Ebrard, que tiene como objetivo canalizar 100 millones de dólares a los gobiernos de Honduras, Guatemala y El Salvador para mejorar el empleo y las condiciones de vida de sus habitantes, y con ello evitar la migración forzosa hacia Estados Unidos de América.

Aunque ese Plan es obra de este Gobierno, los fondos que están siendo utilizados son parte del Fondo de Infraestructura para Países de Mesoamérica y el Caribe –mejor conocido como el Fondo Yucatán– que fue establecido en la administración de Enrique Peña Nieto, desde el 2012. Para la implementación del Plan de AMLO, como se le conoce al presidente mexicano, los recursos serán canalizados a través de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo.

La noticia difundida tardó en procesarse. De pronto, un buen número de personas, actores y tuiteros se comenzaron a pronunciar en contra del Plan de Desarrollo Integral”. El argumento central, acaso, pudiere ser simplista: Cómo es posible que el Gobierno fomente el empleo en otro país, y no en México.

Por qué ayudar a que los pobres dejen de serlo en Centroamérica, y no en México.

Al efecto, me parece que los juicios que están haciéndose por esas personas que han levantado la voz y criticado la actuación del gobierno, parten de ciertas premisas incorrectas y del desconocimiento de ciertos conceptos poco –acaso, el Gobierno mexicano también ha omitido informar con suficiencia–.

El argumento de crítica no es preciso, porque el Gobierno de México no ha dejado de trabajar por los pobres de aquí –y es más, lo ha hecho bajo una clara línea populista– por ayudar a los pobres de allá. Tampoco lo ha dejado de hacer en materia de empleo.

En realidad, todas estas acciones que está llevando a cabo el Estado mexicano están enmarcadas dentro de la “cooperación internacional”. Es algo que hacen los países ricos –México lo es, aunque pudiere no parecerlo– para mejorar el mundo.

En concreto México y otras potencias internacionales lo hacen para ayudar a que, los ciudadanos de Centroamérica que viven en la pobreza y hundidos en gobiernos autoritarios y corruptos, puedan mejorar su calidad de vida y se acaben las violaciones graves de derechos humanos que hoy viven guatemaltecos, hondureños y salvadoreños.

Ya a partir de ahí, la discusión se puede desviar al camino de la “negativa a aceptar que México es un país rico”, hasta la vía del “México para los mexicanos y otros discursos xenófobos”.

Argumento en contra de la cooperación internacional han sido recientemente hechos por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien en su administración ha recortado millones de dólares en programas de cooperación internacional. “En qué se están beneficiando los americanos”, ha dicho.

Contrario a ello, la cooperación internacional en beneficio de Honduras, El Salvador y Guatemala por parte del gobierno mexicano está bien porque se ajusta a un ideal de incrementar la calidad de vida de nuestros vecinos. Ello podría reducir, si el plan es ejecutado correctamente por el Gobierno mexicano, la crisis migratoria que se vive en la frontera sur de México.