Twitter: @IngridScarlett

La inseguridad en la Ciudad de México va de mal en peor, en los últimos meses la delincuencia y sus actos derivados han estado presentes en todas las conversaciones de las y los capitalinos, tras casos que han dejado estremecidos a quienes habitamos la capital.

El caso del joven estudiante Roberto Ronquillo y la supuesto exnovia psicópata, el de Leonardo Avendaño y la oscuridad del clero, y el reciente tiroteo en Plaza Artz donde una asesina a sueldo ataca a otros peligrosos delincuentes israelís en compañía de sus cómplices, sucesos lamentables que indignan a la sociedad y han causado un impacto social a mayor escala, estos hechos, hace cuestionarnos sobre la eficiencia del actuar de las autoridades así como la degradación social en la que estamos inmersos.

¿Será ahora como decían en 1994?

“¡Los demonios andan sueltos y han triunfado!

Porque cuando hablamos de la cotidianeidad, donde las y los ciudadanos para realizar sus actividades, ir al trabajo, la escuela y demás labores también somos víctimas de terribles actos delictivos, los asaltos en el transporte público concesionado que son pan de cada día, el robo a transeúnte, que se ha incrementado considerablemente, como el robo de celulares y cartera, en las diferentes modalidades del transporte público, parece ser que las estrategias y planteamientos necesarios no han dado aún la solución para mitigar estos delitos, y que decir de los secuestros en taxis hacia jóvenes que terminan en feminicidio, que llena de dolor y terror a las familias mexicanas.

Y a veces estos hechos no cobran relevancia mediática hasta que le pasa a una figura pública, por ejemplo el caso de Julio César Chávez el exboxeador que fue encañonado con una pistola para ser despojado de su reloj y una cadena.

¿Adónde vamos parar?