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En mi columna anterior mencioné que nuestro país no podrá acceder a un verdadero estado de bienestar, mientras el Gobierno de México siga pensando en las próximas elecciones y quiera enfrentar los grandes problemas sociales con programas asistencialistas y políticas de austeridad poco claros, las cuales no atienden de fondo las causas de la pobreza, la marginación, la discriminación y la desigualdad.

Por tales motivos es necesaria una gran Reforma Social que se anteponga a intereses políticos que verdaderamente instale una política integral de bienestar, que no esté basada en políticas de austeridad y programas sociales, podría dar paso a garantizar certidumbre a los sectores sociales, económicos y productivos que impulsaría de fondo la transición del modelo asistencialista a uno laboral con responsabilidad social, capacitación, emprendedor, innovador y competitivo, es decir a crear verdaderamente empleos de calidad y hacer de México un país atractivo para las inversiones nacionales y extranjeras.

Pero, tal parece que en nuestro país la construcción de una Reforma Social de largo alcance que tenga como áreas y metas estratégicas el empleo, la cultura, el deporte, la salud, la seguridad social, la vivienda, un medio ambiente sostenible, no son prioridad y están lejanas en la agenda oficial del gobierno de la 4T.

Por el contrario, lo son, las políticas de austeridad y de restricción en áreas claves de la economía nacional, que en primera instancia se ven dirigidas a recaudar recursos públicos para programas sociales que podrían tener un fin electoral y a beneficiar proyectos de infraestructura que no cuentan con la debida planeación, impacto presupuestal y ambiental.

Aunado a ello, la 4T pretende impulsar una Reforma Electoral que trae como bandera el ahorro de recursos públicos; está justificación de austeridad electoral viene acompañada con las propuestas de desaparecer los Organismos Públicos Locales (OPLES); disminuir 50% el financiamiento a los partidos políticos; desaparecer el principio de proporcionalidad (plurinominales); disminuir las facultades del Consejo General del INE, entre otras modificaciones, que si no se realizan respetando la arquitectura del sistema electoral que ha venido consolidándose desde 1977 a 2014 dando un total de 8 reformas en materia político-electoral que han consolidado instituciones ciudadanas, derechos políticos, fiscalización de los recursos que reciben los partidos políticos y respeto de las minorías políticas estaremos frente a una problemática que podría detonar en incertidumbre democrática.

Consideraciones

La Reforma Social debe ser un gran Acuerdo Nacional donde confluyan los sectores sociales, políticos, económicos y culturales, que coadyuve a disminuir los elevados índices de inseguridad, pobreza, desigualdad, discriminación y marginación.

La Reforma Social debidamente diseñada dará mayor bienestar, igualdad, cohesión y estabilidad económica para las familias de México, los cuales han sido sorprendidos por medidas de austeridad que han afectado su empleo ya sea como trabajador o como empresario, lo cual restringe la posibilidad de crecimiento económico corriendo el riesgo de entrar en un estado de recesión.

La Reforma Social no debe nacer del populismo, de la centralización, de ajustes económicos y políticas de austeridad restrictivas, sino debe erigirse desde las necesidades de los ciudadanos donde el Gobierno de México, empresarios y sectores políticos deben de planificar, acordar y plasmarlas en leyes y políticas públicas con viabilidad financiera e igualdad.

La Reforma Social es ir contra la desigualdad, no acentuarla más con despidos, falta de medicamentos y doctores, desaparición de fondos de cultura, poco presupuesto en el deporte, una endeble seguridad social, y un medio ambiente vulnerado por contaminantes.

La Reforma Social debe ser compacta, moderna y acorde a las necesidades del siglo XXI, no debe segmentar a los ciudadanos, sino lo contrario, debe buscar que la brecha laboral, salarial y de pobreza sea cada vez menor.

La Reforma Electoral que se está planteando por la 4T parece más un retroceso institucional y de derechos, que un avance democrático, ya que pretende vulnerar las facultades de la autoridad electoral, los contrapesos políticos, la representación de las minorías y las reglas de la contienda electoral.

La Reforma Electoral si se diera en los términos que se ha planteado sería una centralización política que restringiría la ciudadanización de la democracia electoral que por décadas sea construido en nuestro país.

La Reforma Electoral sustentada en una austeridad incierta refleja centralización política y de recursos públicos, lo cual hasta el momento no se ve con claridad si todo el dinero ahorrado y que se ahorrará va ir encaminado a una real Reforma Social o seguirán ensanchando a programas sociales que ayudan, pero no eliminan a la pobreza, ni crean competitividad laboral.

La Reforma Electoral sin duda en su momento será necesaria, pero la política social que se apareja con lo económico, la cohesión ciudadana y la inseguridad va más allá de crear instituciones con el mote de Bienestar y de programas asistencialistas que sólo tapan cosméticamente la gran desproporción social en la que vive México.