Twitter: @ana__islas 

Trump insiste. No va a parar y está apretando el paso porque queda solo una semana para que venza el plazo fijado a México para detener la migración centroamericana hacia su país.

Sin el muro de concreto prometido, ese que decía iba a tener una puerta muy bonita, sigue construyendo otro tipo de muros: unos de amenazas y securitización de la migración, a lo que sus países vecinos han tenido que acceder bajo la poco diplomática pero efectiva estrategia de manita de puerco.

Nuestro país es un imperativo categórico de la seguridad nacional estadounidense, tener un vecino que no tiene la capacidad de fuerza suficiente es una debilidad y dejarle a México toda la respuesta a la pregunta

“¿Quién me va a garantizar que no nos invadan por el sur?” No es opción.

A pesar del costo humano y político, México avanza a forzadas tratando de cumplir la meta estadounidense hasta llegar al punto que sea “satisfactoria” (lo que sea que eso signifique y si incluso, eso es medible) y tras la firma del pacto, tan sólo durante junio bloqueó el paso a más de 29 mil migrantes, la cifra más alta para un solo mes desde 2001.


Con el monumental desplazamiento de fuerzas de seguridad de todo tipo a nuestras fronteras nos queda claro que México no quiere -ni puede- aceptar siquiera poner sobre la mesa de negociación la posibilidad de ser tercer país seguro, lo cual es parte del acuerdo si no alcanzamos la referida -y ambigua- meta.

Trump lo sabe y quizá se está preparando para dejarnos ganar esa batalla, así que ya empezó a mover otra ficha en su tablero: Jimmy Morales, presidente de Guatemala, el país centroamericano que ostenta el mayor índice de población migrante.

Entre octubre de 2018 y mayo de este año, 211 mil migrantes guatemaltecos fueron detenidos en la frontera de Estados Unidos, incluidas familias completas, niños solos y adultos.

La estrategia es: México bloquea y deporta y Guatemala recibe y contiene. Así se cumple la premisa de que América es para los americanos y el continente es parte de mi seguridad nacional, pese a quien le pese.

Pero la movida de Trump tuvo un pequeño revés, al menos de manera momentánea, con la suspensión de la reunión que tenía programada para este lunes con Jimmy Morales.

Guatemala tuvo que posponer el encuentro ante la presión de políticos locales traducida en tres amparos promovidos ante la Corte de Constitucionalidad para detener la posible firma de un acuerdo que convertiría a esa nación en tercer país seguro.

Y es que, cómo el país centroamericano que más población expulsa hacia Estados Unidos puede convertirse en refugio no solamente de sus propios migrantes deportados, sino de hondureños, salvadoreños y sí, mexicanos. Es como usar a los migrantes como fichas de “Serpientes y Escaleras”.

En verdad ¿alguien se compra que Washington considera a Guatemala un país seguro?

Trump aún tiene otras fichas sobre el tablero: Honduras y El Salvador… pongan sus barbas a remojar.