Twitter: @LuzJaimes
Aquí la gente perdió la costumbre de demostrar las cosas buenas. Por eso, ella sonríe con el café que él le lleva cuando la recoge. Sabe que estuvo presente un momento en sus pensamientos. Y eso es muy hermoso.
Le parece bello que él le cuente de su infancia en esas calles húmedas, de los olores y sabores de antes en aquella cuadra. Le gusta que le comparta un poco del pasado que ella vivió del otro lado de esta metrópoli en donde corrían otros vientos. Agradece aprender de lo que él sabe y le comparte.
Es mágico cuando logran parar el caos y estar juntos. Cada quien sabe a quien regala un poco de su tiempo.
Nunca se imaginó sentada en un café juntos hablando de lo que le gusta hablar. Descartó por completo conocer detalles, aficiones, rutinas; su mal genio. Decidió no olvidar nunca esas tardes de lluvia descubriendo otra ciudad. La ciudad juntos.
Se pregunta si eso es enamoramiento. Se responde a sí misma que sí. Y vuelve a agradecer por ese sentimiento que hace mucho no se ve por este rumbo. Sabe que enamorarse es cosa de uno. Si él no corresponde es lo de menos. Siempre habrá que agradecerle estos momentos. Cada quien decide qué le hace feliz.
En las ciudades ya nadie se enamora ni se compromete.
Ella se ha comprometido con ese sentimiento. Le gusta que él se interese por el transcurso de sus días. Siempre será un acto de amor preguntar por la vida de otro y hacer como que importa.