Twitter: @juanenadira
Este mundo que tanto nos exige evolucionar, cambiar y adaptarnos a las nuevas generaciones, necesidades y forma de ver la vida, nos está gritando desesperadamente que las ideologías ya pasaron de moda.
Cada día millones y millones de personas nos recuerdan que la guerra entre la izquierda y derecha, entre el capitalismo y el socialismo es cosa del pasado.
No es casualidad que desde hace una década en el mundo estemos viendo una ola de modas anti sistema, anti política que se ha materializado en muchos lugares con candidatos disruptivos, críticos y confrontadores que llegan al poder de forma sorpresiva, pero todos ellos apalancados en un discurso anti todo.

Muchos autores referentes en la materia hablan de un nuevo mundo sin ideologías y basado en el personalismos, donde la imagen del candidato es y será el verdadero mobilizador del voto. Sin embargo y respetando las opiniones encontradas, considero que el personalismo no es una novedad de este “nuevo mundo”.
El personalismo ha sido en la política la constante en la historia del hombre.
El único momento que, el personalismo trato de quedar en el olvido, fue cuando se crearon las ideologías políticas y por ende los ciudadanos consiguieron en un ideal, un refugio para protegerse de las ambiciones de aquellos que detentaban el poder, ya que, el colectivo ideológico era una forma de protegerse y sancionar a aquellos que atentaran contra el bien común.
Sin embargo, en el pasar del tiempo, en las luchas de poder, esas ideologías que un día fueron fundamentales para superar los regímenes más personalistas de la historia del hombre, se quedaron pequeñas ante las nuevas tecnologías, la nueva forma de ver la vida y esa realidad cambiante a la que se enfrentan nuestras sociedades.
Cada día en diferentes áreas del saber, hombres y mujeres se detienen a pensar cómo mejorar, cómo traer avances que permitan al ser humano llegar más lejos, avanzar, evolucionar e incluso alcanzar mayor bienestar en la vida. De la misma forma, los que a la política nos dedicamos desde cualquier perspectiva, deberíamos estar filosofando, pensando a dónde deberían evolucionar las corrientes de pensamiento político. Deberíamos comenzar a replantearnos las ideologías y crear algunas que permitan a este nuevo hombre social, sentirse identificado y no depender de la persona que detente el cargo sino nuevamente del colectivo y la forma de conseguir ese objetivo común, el bien común.
Llego el momento de los Sócrates, Platones y Aristoteles de nuestra generación. Es hora de darle rienda suelta al pensamiento y encontrar, esas nuevas formas de agrupación ideológica que regresen a la sociedad la esperanza, el trabajo en equipo y el norte que nos permita llegar a un lugar de bienestar y progreso, volver a arrancar la dependencia en la figura de una persona o individuo y así poder generar una nueva forma de control sobre el actuar del funcionario público como por mucho tiempo fueron los partidos políticos y las ideologías que los identificaban.
Tenemos que pensar, es la responsabilidad de todos aquellos que trabajamos en esto mal llamado “política”.
Debemos ofrecer nuevas formas de alcanzar objetivos comunes.
Tenemos que proponer esta nueva forma de organización social y dar al colectivo el peso que merece y volver a dejar a un lado las prácticas individualistas que tanto daño han causado a la humanidad y que tanto retroceso nos ha dejado. Como bien dijo Miguel de Unamuno:
“Deberíamos tratar de ser los padres de nuestro futuro en lugar de los descendientes de nuestro pasado”.