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“No hay peor ciego que el que no quiere ver”.

-Refrán popular

Pasaron los foros para la Reforma Electoral y del estado convocados por la Cámara de Diputados. De igual forma tuvo lugar la apresuradísima reunión entre legisladores federales y consejeros electorales locales. En consecuencia, las aguas en los medios de comunicación y en el imaginario colectivo ya regreso al nivel normal, es decir la atención está en otra parte.

Aquí inicia nuestro papel, el de los ciudadanos de a pie que no estamos en ningún partido ni somos expertos técnico-legales del tema electoral. Este es el momento de empezar a desmenuzar algunas de las cosas que  se dijeron y propusieron en dichos eventos para ver con mayor claridad.

Para mí, uno de las cosas que se mencionó  y podría lograr un acuerdo entre el discurso político de la austeridad y la necesidad de garantizar el buen funcionamiento del sistema electoral mexicano es el voto electrónico.

Su pura mención despierta en muchas personas, muchas mentes se llenan de imágenes de hackers que vulneran las computadoras que contabilizan los sufragios y alteran las votaciones, incluso entre los más viejos de nosotros el llamado e-voting tiene un tufo a “caída del sistema”.


El asunto es que, si nos quedamos en este nivel de debate, todo es especulación. La gran mayoría de nosotros no sabemos qué es el voto electrónico, las formas que tiene y en muchos ni siquiera  podemos decir si ha sido efectivo en otras latitudes como forma de elegir autoridades democráticamente o ha sido un simple fiasco.

En otras palabras, en muchos casos, estamos hablando por hablar y eso no ayuda a entender lo que significaría adoptarlo o rechazarlo.

La propuesta que mencioné, la de introducir de forma profunda el e-voto,  fue  puesta sobre la mesa  por las actuales autoridades electorales. Se pretende  que nuestras elecciones transiten de forma más o menos acelerada al voto electrónico, como forma de abaratarlas y hacer más veloz la entrega de resultados a la sociedad. Hay que decir que estos dos puntos se encuentran en el centro de la discusión democrática mexicana desde hace décadas.

¿Es esto una posibilidad real?

Actualmente el voto electrónico en México no se encuentra regulado ni considerado como tal en las leyes electorales, ni en la Constitución. Incluirlo sería iniciar la 4t electoral: en la primera se universalizó el voto al reconocer a la mujeres como ciudadanas de plenos derechos electorales; la segunda fue la de separar a quiénes organizan las elecciones del gobierno en turno con la creación del INE y el TEPJF; la tercera sería la etapa de madurez del sistema de voto en papel que ha permitido en 18 años tres alternancias partidarias en el poder presidencial y la cuarta: digitalización del voto nacional, lo que podría permitir un acceso sin precedentes al ejercicio del voto.

En México hemos tenido algunos ensayos locales del e-voting, también se ha analizado para que los mexicanos que viven más allá de las fronteras puedan aportar su voto en las elecciones federales.

Sin embargo creo que para poder espantar un poco el fantasma del hackeo y la manipulación debemos mirar a las experiencias que nos ofrecen países latinoamericanos como Perú, Argentina y Brasil. También debemos estar conscientes que tanto  la OEA como la ONU han ayudado a diferentes países a implementar sistemas seguros de votación electrónica en nuestro continente.

En otras palabras, somos novatos en el tema así que debemos de apoyarnos en los países que si  saben del voto electrónico y tenemos que escuchar las opiniones de los organismos internacionales con mucha seriedad, antes de meternos a hacer legislaciones al vapor.

Por supuesto que habrá ajustes y se deberán de establecer puntos de equilibrio presupuestal durante algunos años, en lo que se desmantela de forma ordenada y actual sistema de votación en papel y se construye su sustituto electrónico. De igual forma, por los temores que inspira se  tendrá que instalar tantas medidas de seguridad en el sistema de voto digital como en el actual de papel pero a la larga será mucho el ahorro que se podrá establecer.

Estas proyecciones del INE serían cuantiosos, de aprobarse la propuesta. Habría que hacer que un tercero, de preferencia un órgano internacional, los revisara para que no se pueda aducir que se basan en cifras alegres o  que las cifras negras son lo único que toman en cuenta los legisladores.

Y al final, de todas las propuestas de los foros, esta es la que permitiría una solución casi salomónica. Por un lado permitiría que, sin borrar de la faz de la tierra los organismos electorales y su experiencia y recursos, se abarataran las elecciones, se ampliara el acceso al voto, ampliando la inclusión de  personas en situación de enfermedad, con discapacidades y residentes en el extranjero en las votaciones de sus comunidades, con lo que lograríamos ampliar la democracia mexicana de forma significativa.

Por el otro, el gobierno actual tiene la oportunidad de acallar a los que cuestionan su esencia democrática, de aceptar esta propuesta.  De esta forma podría contribuir a la construcción de un nuevo sistema electoral, con altos márgenes de seguridad y que sea incluyente, universal, además de austero en comparación con el actual.

Además se podría establecer la legitimidad de un nuevo sistema electoral nacional frente a todos los actores políticos, al permitir que órganos internacionales apoyen y soporten la construcción masiva del voto electrónico en México.

Todo lo anterior me lleva a preguntarme ¿Y  el voto electrónico por qué no?