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Una parte fundamental en el estudio de la construcción de las agendas de seguridad es el análisis del discurso. Cuando Felipe Calderón tomó posesión de la presidencia de México el 1° de diciembre de 2006, en su discurso inaugural ordenó a su gabinete de seguridad, principalmente a los secretarios de la SEDENA y SEMAR, a mejorar las condiciones laborales de los marinos y soldados.

Posteriormente, el 4 de diciembre, durante el Foro de Inversiones y Cooperación Empresarial México – España, mencionó que la guerra contra las drogas iba a ser una labor difícil, pero que el Estado mexicano la vencería. Finalmente, el 11 de diciembre de ese año, el gabinete de seguridad anunció la “Operación Conjunta Michoacán”, con la que se dio inicio a la llamada guerra contra las drogas en México.


Así, si examinamos la construcción de la agenda de seguridad a partir del análisis del discurso, vemos que Calderón primero construyó apoyos dentro del Ejército y la Marina para después utilizarlos en su estrategia contra los grupos criminales. Esto dista mucho de la torpe estrategia del gobierno ‘lopezobradorista’ de repudiar el trabajo y la integridad de la Policía Federal. Cualquier estrategia de seguridad tiene que contar, en primer lugar, con el apoyo de los cuerpos que llevarán a cabo la estrategia.

La Guardia Nacional nació sin el apoyo de los elementos de la Policía Federal. Está en duda, por lo tanto, la cifra de 70 mil efectivos que el secretario Durazo dijo que conforman este nuevo cuerpo policial.

¿Cuáles son los riesgos? Una deserción masiva de policías.

Policías con entrenamiento en tareas y operativos contra el crimen organizado, con toda la información que eso conlleva: tácticas, locaciones, investigaciones en proceso, criminales identificados y ubicados, en fin. Hay quienes aseguran que los cuerpos de seguridad estatales podrían beneficiarse de esta posible deserción; yo no lo creo, las condiciones laborales de policías Federales y estatales son completamente distintas.

Es posible que algunos mandos encuentren cabida en posiciones altas de las Secretarias de Seguridad estatales, pero serán pocos. El peor escenario es que los policías que causen baja de la corporación encuentren un lugar dentro de las propias organizaciones criminales. Recordemos que los “Zetas” se formaron a partir de militares que desertaron del Ejército y llevaron la violencia asociada al tráfico de drogas a niveles nunca antes vistos en México.

El gobierno ‘lopezobradorista’ ha dicho que los policías que no quieran integrarse a la Guardia Nacional podrán optar por cambiarse a otros cuerpos como el sistema penitenciario federal o al Órgano de Protección Federal. Dejan de lado que estos policías tuvieron esa oportunidad de elegir a qué cuerpo integrarse y que si no optaron por estas otras instancias fue porque tienen deficiencias enormes y menos prestaciones laborales.

En el sistema penitenciario, por ejemplo, ni siquiera existe un servicio de carrera profesional; es decir, no existe certidumbre laboral ni procesos transparentes para subir en el escalafón de la corporación. Sería una gran idea mejorar tanto el sistema penitenciario como a Protección Federal a partir de la integración de Policías Federales, pero eso significaría mejorar a estos otros cuerpos. Vale la pena señalar que ahí tienen otras bombas de tiempo.

Sorprende el desprecio y la ineptitud del Gobierno Federal, ya no solo por diseñar una estrategia de seguridad, sino por la forma tan caótica de implementarla.