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Iniciamos la semana con la nota de lo que fue uno de los mayores encuentros en la Ciudad de México, amor, diversidad, respeto e inclusión fueron parte del fin de semana chilango, esto gracias a la edición número 41 de la Marcha del Orgullo Gay, conmemorando los disturbios de Stonewall y el vigor en la lucha por alcanzar los derechos que a todos nos corresponden como humanos. Entre baile, canto, poemas y carros alegóricos 60 mil personas de todas edades, géneros e identidades hicieron ver su pride ¿cuál? el que sobra por saberse únicos, auténticos y sabedores de quiénes son o de que están dispuestos a descubrirlo, en el marco de una época que aborda la consciencia humanista e irónicamente viola los derechos humanos indispensables.

¿Qué pasó en esta marcha por la igualdad? Mucha diversión ¿qué fue lo que yo vi? Amor, respeto y distintas formas de interpretar lo que de niños nos han inculcado con bases religiosas. Como mujer me sentí cómoda en un tumulto de personas que gritaban sus respectivas consignas, sin el constante temor de que puedan acosarte, intimidarte, como ocurre en otras protestas públicas.

Un evento que reunió a “familias” enteras, estructuralmente formadas conforme a los criterios sin pormenores de asociaciones tales como el Frente por la Familia, pero que con mentalidades íntegras están dispuestas al diálogo y al entendimiento de los que no piensan como ellos pero son iguales en un Estado de leyes.

Y habiendo terminado el llamado mes del orgullo, las acciones de equidad deben continuar.

Es cierto que tanto el sector público como el privado tienen muchas deficiencias no moldeables a voluntad propia en el camino a las oportunidades que brinden vidas dignas a todos, sin embargo, no adoptar mecanismos de responsabilidad social en la transición a la igualdad implica quedarse atrás tanto ética como profesionalmente. Blindarse ante la diversidad deriva en repercusiones negativas tangibles, ¿cómo vender, cómo acercarse un nicho de mercado del que no tienes conocimiento? Ciertas ocasiones, el mayor éxito deviene de la mayor cantidad de experiencias.


Hay que hacer claras precisiones, las alianzas son siempre positivas y cuando estas acompañan una causa todos son bienvenidos. Sin embargo, las acciones a tomar para emprender responsabilidades son diferentes, según el papel que tengas respecto del proceso. ¿Cuáles son esas acciones? Como Estado garantizar el control normativo conforme a las necesidades actuales y los vacíos legales, ampliando el marco de protección jurídica para quiénes son violentados, sancionando a quiénes violentan, reparando los daños causados y concretando acuerdos que unifiquen las políticas gubernamentales.

El ámbito empresarial ha ganado mucho terreno en la apertura de la comunidad LGBT+.

Empresas firmantes del Pacto Mundial y con los mayores rendimientos a los cierres de sus ejercicios sociales, en conjunto con encuestas de rendimiento laboral hacen notar la importancia de ser corresponsables en un mundo que entre más tecnología e información adquiere, también muchos más prejuicios ostenta.

En la diversidad está la productividad, con las nuevas concepciones de entornos laborales, las empresas deben figurar en la corresponsabilidad.

Hace falta conocer datos como los denotados en el Reporte de “Violencia Extrema …” que del 2013 al 2018 marca saldos de 79 personas asesinadas, todas pertenecientes a la comunidad LGBT+, de las cuales sólo el 10% de carpetas abiertas han sido investigadas. ¿Cuál es el crimen por amar a quién desees? ¿Saberte distinto a lo que tu cuerpo y/o los patrones sociales indican? ¿Vestirte como gustes? ¿Expresarte de formas no convencionales? ¿No cumplir las falsas denominaciones de algunas religiones? La molestia es simple, no llenar expectativas fundadas en los miedos de la ignorancia. Amor es amor, eso es lo que importa y como tanto dicen por ahí y hoy cambio un poco en ese bien intencionado cliché, “hagamos más el amor, porque guerras ya hay muchas”.