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Ex(POP)sión

Un 26 de abril de 1986 nada volvería a ser lo mismo en Chernóbil, una tragedia nuclear en dicha ciudad dejaría un alto nivel de radiactividad y un elevado número de muertos, se estima un aproximado de entre 4 mil y 93 mil víctimas.

Parte de la historia ya era conocida, sin embargo volvió a la opinión pública luego de que HBO hiciera su miniserie inspirada en el libro Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich. En la misma se retrata todo lo sucedido en ese instante que hizo tambalear a la URSS en el periodo de Mijaíl Gorvachov.

Podríamos dedicar la columna entera a explicar cómo sucedió el accidente, la forma en que HBO logró tener a la miniserie mejor calificada de la historia por parte de los críticos en IMDB, de la contraparte que los rusos piensan presentar para contar su versión o de las posibles nominaciones al Emmy que seguro tendrá Chernobyl, pero no lo vamos a hacer. Es mejor enfocarse en todo lo que sucedió tiempo después de la emisión de este programa: el turismo hacia la “ciudad fantasma” aumentó entre un 30% y 40%.

Las agencias de viajes de Ucrania revelaron esta estadística que a muchos ha dejado helados, pues varias de las visitas han sido por parte de “influencers” que han buscado conocer el sitio para publicarlo en sus blogs.

El detalle es que algunas de las fotografías que resultan de estas coberturas demuestran una falta de sensibilidad y poco respeto hacia los fallecidos.

Esto no es algo nuevo, recordemos el proyecto Yolocaust del artista Shahak Shapira quien en 2017 publicó un compilado de fotografías que varios usuarios de internet subieron a sus redes desde el Memorial del Holocausto. Shapira contrastó las selfies de los internautas con cómo se veían los campos de concentración en la Alemania nazi para mostrar el poco respeto de parte de los visitantes en un sitio destinado a la reflexión del comportamiento humano.


Dentro de los involucrados en la polémica de Chernóbil también se encuentra el mexicano Luis Arturo Villar, mejor conocido como “Luisito Comunica”, quien hizo un video sobre su visita a lo que parece ser el “destino turístico” de moda para varios jóvenes y que ya cuenta con más de 3 millones de reproducciones.

A través de una de sus Instastories el youtuber expresó:

“Que divertidos días por Chernóbil, quien lo diría, la verdad es que está divertido, es una ciudad muy grande, es enorme, son varias ciudades de hecho, la zona de excursión son dos mil 600 kilómetros cuadrados”.

Más allá de un plano moral, el tema Chernóbil es un recordatorio de algunos puntos: los accidentes que puede causar este tipo de energía, cómo la negligencia de algunos puede derivar en desastre para otros y cómo para algunas personas el visitar los restos de una cuidad después de un accidente de esta índole puede resultar algo “divertido”.

Podemos entender que provoque curiosidad conocer un sitio de tal especie, es algo que por muchos años se mantuvo oculto y a causa de la popularidad de la miniserie se reactivó el interés por la zona en parte de la población mundial. Pero la situación con los “influencers” es un tema aparte, lejos de sensibilizar a sus seguidores de lo sucedido sólo han ocupado la ciudad como estudio fotográfico, como una herramienta para ganar likes y seguidores en sus cuentas de diversas plataformas.

¿Problema de ellos al querer llamar la atención o de nosotros al dársela?