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La reforma electoral que proponen algunos legisladores (en su mayoría de Morena) tiene entre sus planteamientos la desaparición de los 32 Organismos Públicos Locales (OPLs), nombre genérico de los institutos electorales de los estados.

Se tiene la errónea percepción de que los OPLEs operan como “agencias estatales” o “delegaciones”  del Instituto Nacional Electoral. Nada mas alejado de la realidad, porque se ignora de manera fehaciente las importantes funciones desarrolladas por estos organismos y su contribución al Sistema Nacional Electoral.


La enorme experiencia acumulada de la realidad política, singularidad, circunstancias y diversidad de cada entidad es invaluable. Debemos recordar que desde 2014 (fecha de su creación) a la fecha hasta nuestros días, se ha tenido la mayor competencia política en el ámbito local. Las cifras así lo revelan. Se tuvo una alternancia en 23 de 35 elecciones para gubernatura y en 1,087 ayuntamientos de 1,827 un partido distinto accedió al poder.

La complejidad de sus funciones no sólo se circunscriben sólo a organizar elecciones de gubernaturas (ver mi artículo Voto Chilango y democracia en la Ciudad de México) sino que también se encargan de los comicios de diputaciones locales, ayuntamientos y en algunos casos, de autoridades submunicipales, Para muestra de su monumental tarea, un botón: en 2108 montaron 506 consejos distritales y 1,473 consejos municipales.[1]

La estructura del INE al interior del país con sus 32 consejos locales y 300 consejos distritales resultaría insuficiente ante la propuesta de que la autoridad electoral nacional se haga cargo de elecciones locales y federales en una misma fecha.

Si la pretensión es economizar recursos que deriven en un ahorro significativo, se iría en la dirección contraria. Sustituir a los OPLs generaría una estructura más grande y costosa, inevitablemente. .

Por otra parte, no podemos prescindir de la capacidad de las entidades federativas para tener sus propias autoridades electorales. Sería un retroceso para nuestro federalismo y un despropósito en la ruta por contar con un sistema electoral mexicano autónomo, profesional, confiable y fuerte, que ha sido y es ejemplo en el mundo.

Austeridad sí, pero no minando derechos políticos ya conquistados y principios de certeza que tanto nos ha costado construir.

La fuente de los caballos

El pasado martes 18 de junio se cumplieron nueve años de la muerte del Nobel de Literatura, el portugués José Saramago. Para recordarlo, quiero remitirme a su Ensayo sobre la Lucidez, magnifica novela política en donde plantea la hipótesis de que más del ochenta por ciento del electorado opte por el voto en blanco, abriendo una crisis institucional de grandes magnitudes que el portugués narra y enlaza con genialidad.

Son las posibilidades de la democracia, que Saramago nos expone en una novela extraordinaria que recomiendo leer en estos días de reflexión para el futuro de nuestras instituciones democráticas.

[1] En 2018 se renovaron 2,593 cargos locales y al mismo tiempo se realizó la elección de Presidente de la República, 128 senadores y 500 diputados federales.