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Por Amanda Aranda Novoa
Recientemente, el sistema de comercio internacional (SMC) se ha visto envuelto en controversias donde los países lanzan amenazas entre sí empleando el término arancel como bala, como un instrumento en una posible guerra (comercial). A partir de este contexto, surgen varias preguntas:
¿Por qué los aranceles preocupan a los gobiernos? ¿de qué sirven? ¿quiénes los administran y controlan? ¿me debo de preocupar?
Para responder, comenzaré definiendo lo que es un arancel. De acuerdo con la Organización Mundial de Comercio (OMC), los aranceles son impuestos aplicados a la importación y exportación de bienes. Normalmente, los aranceles van de la mano con los impuestos locales, en el caso de México, éstos son el Impuesto al Valor Agregado (IVA), Impuesto Especial sobre Productos Especiales y Servicios (IEPS), entre otros. Sin embargo, a diferencia de los impuestos locales, los aranceles son tarifas invisibles y no se encuentran desglosados como sucede normalmente en un recibo y, por esta razón, muchos de nosotros muchas veces no percibimos sus efectos.

Entender la naturaleza de estos impuestos es sumamente importante para involucrarse en política comercial sin morir en el intento. Su aplicación puede afectar a los consumidores finales y, especialmente, a aquellos actores económicos que participan en industrias, comercios e incluso servicios.
Los efectos de los aranceles poco tienen que ver con beneficios. Todo lo contrario: usualmente terminan arrojando resultados no deseados, como el aumento en los precios y el daño de la imagen del país en el contexto internacional, perjudicando los flujos de inversión y, por ende, la estabilidad económica -y social- de un país.
Sin importar si eres el presidente de la República, el empresario/industrial más grande o pequeño, o bien, el consumidor final, hay una serie de consideraciones que deben tomarse en cuenta respecto a los aranceles:
· Si se aplica un arancel, éste es para todos los países;
· Se aplica por producto, o bien, por fracción arancelaria;
· Existe un límite para subir el arancel por país; y,
· Deben ser negociados y acordados (no son instrumentos de amenazas).
Estas consideraciones forman parte del régimen del SMC, regido por la OMC. Establecer aranceles sin tomar en cuenta estos puntos es delicado. Los efectos de los aranceles son inciertos y difieren en cada caso. Además de calcular el impacto económico del impacto económico, es necesario también evaluar el impacto que generan en las relaciones políticas con nuestros socios comerciales. Los aranceles son, precisamente, como balas que deben ser empleadas de manera muy cuidadosa, con cierta pericia, de lo contrario, pueden terminar siendo bombas de tiempo, con el efecto secundario de recibir “el tiro por la culata”.
En un tono más positivo (y más pacífico), los aranceles tienen un lado amable: su reducción puede tener efectos estimulantes, porque, sinceramente, ¿a quién no le gusta los descuentos? He ahí la importancia de tener Acuerdos o Tratados de Libre Comercio (TLC), mediante los cuales se otorga una tasa preferencial recíproca a uno o más países. Otro punto a favor de los aranceles, es que son una fuente importante de ingresos para países menos desarrollados (como los países de África), permitiendo estabilizar sus economías.
Los aranceles son solo un instrumento más del portafolio de opciones del SMC que se puede utilizar para mejorar el panorama político y comercial de un país o de una región. Lo importante aquí es entender que no deben ser empleados como instrumentos de guerra sino, al contrario, como instrumento de paz y de confianza, con el objetivo de mejorar las relaciones entre países y fortalecer al comercio mundial para promover el desarrollo y crecimiento de las economías.
*Amanda Aranda Novoa
Asesora en temas de política comercial. Negocios Internacionales por el Tecnológico de Monterrey. Miembro de PJ COMEXI.Trabajó anteriormente en la Misión Permanente de México ante la Organización Mundial de Comercio y formó parte del United Kingdom Trade & Investment de la Embajada Británica en México. Sus temas son comercio inclusivo, medio ambiente, tecnología y cadenas de valor globales.