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Junio, es el mes del orgullo gay después de que el 28 de junio de 1969, tras la revuelta entre comunidad LGBTTTIQ y la policía de Nueva York en el bar Stonewall, provocara que diversos colectivos gay levantaran la voz reclamando al gobierno y a la sociedad respeto e igualdad de derechos para la diversidad sexual.

Cincuenta años después, el panorama es más claro, pero no lo suficiente. En México, podemos presumir que por primera vez tenemos una Comisión de Juventud y Diversidad Sexual en el Congreso, sin embargo ¿por qué hasta ahora y por qué siempre tenemos que ligar la juventud y la diversidad sexual? La comunidad LGBT+ es de todas edades.

He ahí un primer error de percepción, si bien los colectivos y organizaciones que pugnan por los derechos de diversidad sexual son en su mayoría jóvenes, no podemos dejar de lado a grandes académicos, artistas y aliados de la comunidad que, sin ser jóvenes, levantan la voz para que sus derechos sean reconocidos y respetados.

Más allá de la exigencia y justicia conseguida, hay un largo trecho que recorrer. Hablemos desde una percepción privilegiada, la de la heterosexualidad, la de la fobia, la de la poca aceptación, tolerancia, respeto o como quieran llamar a la constante discriminación que sufre la comunidad LGBT por el simple hecho de luchar por sus derechos o por expresarse como cualquier otra pareja o persona.

Según el reporte Violencia extrema. Los asesinatos de personas LGBT en México: los saldos del sexenio (2013-2018), en promedio fueron asesinadas 79 personas al año, unas 6 o 7 personas por mes. De estos, solo el 10% se investigan como posibles crímenes de odio y sólo en el 28.8% de los casos se identificó al responsable.

Las víctimas más comunes son las mujeres trans representando el 55.2% del total de los casos. Mientras que las segundas víctimas más expuestas son los hombres homosexuales con 40.6% del total y en un tercer lugar las mujeres lesbianas con un 1.9%.

Fuente: letraese.org.mx

Es aterrador que la comunidad LGBT, además de la discriminación de la que son víctimas, también sean un número más en nuestro sistema judicial de casos no resueltos o que ni siquiera son vistos como crímenes de odio gracias a los perjuicios dentro del mismo sistema, que no es nada más que nuestro reflejo como sociedad.

Parece mentira que, en 2019, una mayoría se sigue alarmando ante cambios que parecieran tan simples como los uniformes neutros en educación básica.

Nos da miedo que un niño por querer llevar falda sea homosexual o quiera ser “mujer”.

A varios de nuestros representantes populares les da miedo aceptar que son cambios que habían tardado mucho en suceder y era necesario que tomaran lugar. No entendemos que el reconocimiento de la diversidad sexual va mucho más allá de la tolerancia y la aceptación. Se trata de respeto por el otro, ante sus diferencias y su forma de vivir que en nada afecta la propia.

Mientras se han hecho las adecuaciones necesarias para que sea legal el matrimonio igualitario en los consulados mexicanos de todo el mundo, en nuestro país todavía no es completamente legal contraer matrimonio en todos los estados.

¿Hasta cuándo seguiremos permitiendo que los perjuicios y desconocimiento sigan afectando a miles de personas que solo quieren vivir a su manera?

Por fortuna contamos con grandes personalidades como Alexandra Hass, Genaro Lozano, Celeste Ascencio, Jacqueline L’Hoist, Alex Orué y organizaciones como Yaaj y colectivos universitarios que continúan abonando a la lucha por el reconocimiento de los derechos de la comunidad LGBT. Queda un largo y tortuoso camino que recorrer, pero ¿por qué no comenzamos por el respeto al otro, por ser incluyentes y justos con todos y todas?

Como bien dijo Genaro Lozano el Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia:

“No hay cuarta transformación posible sin la comunidad LGBT”.

Abramos paso a la libertad de ser y dejemos de ser indolentes y prejuiciosos ante un odio y discriminación que está quitando vidas todos los días.