Twitter: @LuzJaimes 

Anoche estuviste aquí junto a mi cama y bailamos. A nadie le importa la forma que vas a cobrar. Te he visto en un gato, en aquél hombre y en mi madre. De ti conservo la costumbre de guardar los libros, de escribir, las tardes de guitarra y ciertos sueños. El olor a madera de guitarra vieja y un vals.

No le digas a nadie lo mucho que te quiero, podrían oírnos y envidiar. Susurra a la gente de ese mundo que engendraste para sentir lo que es la pena y el orgullo. Dile a tu padre que querías estar allá porque lo superaste. Eres suicida, nombre de la dignidad.

Fuente: Pinterest

Te perdono que hayas olvidado enseñarme a nadar y andar en bicicleta. A cambio, inspiración. Un tacto que conserva otro tacto. También perdono me hayas asustado con tu exagerado grito y que me pensaras como las demás. Lo hago porque esa tarde me escribiste un vals. Cuánto halago, cuánto ego y cuánto amor hay en seis cuerdas.

Tus manos chuecas suenan a guitarra hasta el final de nuestros tiempos. A veces tranquila, luego alegre y triste. Lenta. Grave y aguda. Aguda y grave. Apresurada y pausada. Volumen alto y bajo. Podrá romperse una cuerda cuando te entusiasmas y la nostagia cuando te veo llegar de traje. Guitarra y vals como la vida misma. Cuánta cordura hay en los locos.

Los años no esconden la culpa. Tu falta de aliento respiró ansiedad y la hizo llorar. Eso fue triste. Ver llorar a un hombre es todavía más triste. Cuando lo haces tú, algo muere para siempre. Y no puedo recordar la melodía. Lloras por pasado. Yo soy presente corpóreo tu sangre plena y ardiente de una tierra ya olvidada.

Recuerdo tu tumba. Tu cuerpo sin vida no era más que un maniquí. Tú estuviste anoche aquí junto a mi cama para decir que todo estará bien. Una cuerda se rompe cada vez que digo que estás muerto. Te prefiero vivo y en mi.