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El viernes 7 de junio pasado fue un día crucial para México y Estados Unidos. Un día en el cual para muchos especuladores era el principio del fin de la esperanza de México para crecer y desarrollarse macroeconómicamente, es decir, las apuestas giraban en torno al fracaso con el impuesto arancelario que Donald Trump fijaría para el lunes 10 de junio.
Por otro lado, algunos optimistas aseguraban que el presidente Andrés Manuel López Obrador no permitiría el aumento arancelario ni mucho menos la afectación a la economía mexicana, que sus acciones lograrían pacificar el entorno tenso en el que el propio Donald Trump había creado, y así, mantener la estabilidad económica y la relación con el gobierno norteamericano.
Acto en defensa de la dignidad nacional y en favor de la amistad con EEUU., desde Tijuana, Baja California. https://t.co/2kUoPDt7vr
— Andrés Manuel (@lopezobrador_) June 9, 2019
¿Cuál fue el resultado?
Para los expertos fue algo que ya tenían pronosticado según a la experiencia en relaciones comerciales e internacionales. Esto debido a que la afectación no sería únicamente para el Estado Mexicano, sino también, crearía un conflicto en potencia en su propia economía. La industria estadounidense tiene un número importante de inversiones en México, por lo que esto generaría una burbuja entre alfileres donde no llegarían al aumento del 10% de haberse llevado a cabo este episodio, es decir, ambos países serían acreedores al fracaso comercial y económico. Por supuesto, Estados Unidos sería el menos afectado ya que cuenta con una economía más sólida y fortalecida.
En este sentido, se puede determinar que el pronóstico estaba perfilado a un arreglo político, el cual era el más conveniente para ambos países. Lejos de ser un tema económico-comercial, las amenazas del presidente Trump estaban diseñadas para presionar al Estado mexicano para evitar el paso de más caravanas migrantes hacia la frontera norte con Estados Unidos.
El único funcionario mexicano apto para mediar este tipo de conflictos era Marcelo Ebrard, ejerciendo funciones competentes que, sin duda alguna, realizó correctamente y “logró” en cierta medida evitar los aranceles a los productos mexicanos. Sin embargo, lo que para el Presiente López Obrador y el canciller Marcelo Ebrard fue una victoria, para otros fue un apagafuegos emergente, ya que se tuvo que negociar algo por lo cual no era un tema económico. Uno de lo acuerdos que se hicieron públicos fue el despliegue de 6 mil elementos de la Guardia Nacional a la frontera sur en Chiapas para evitar el paso de más migrantes, un grave error.
Al regreso del canciller a México su comentario fue en referencia a la defensa de la dignidad de México.
¿Será cierto? Si esto dependiera de lo que un funcionario o el propio presidente del Estado mexicano lograran conseguir en una negociación para presumir la defensa de la dignidad de los mexicanos, entonces ¿Dónde está la soberanía nacional?
Reflexión
La realidad es distinta. No se puede denostar el trabajo que se realizó por parte de la comisión de representantes en la negociación con el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, pero si la efectividad con la que se dieron los resultados. Se puede aplaudir al gobierno de AMLO el hecho de evitar los aranceles, pero no el dominio que tuvo el gobierno norteamericano sobre el terreno de la negociación, es decir, obligar al gobierno mexicano a combatir el paso de los migrantes cuando la responsabilidad es internacional, mutua. El gasto y las acciones deben ser bilaterales, así como cualquier acción en el futuro. México no es oficialía de partes ni mucho menos sala de espera de Estados Unidos.