Twitter: @MauricioAceves
Las guerras no convencionales, sin representar una novedad en el terreno geopolítico, se han convertido en uno de los principales vehículos para la confrontación entre las naciones, en este sentido, la economía suele ser la fuerza, la vulnerabilidad, la artillería y la trinchera, siendo el bloqueo económico –entre otras estrategias- un arma silenciosa y sofisticada, que si bien tiene antecedentes añejos -recordemos aquel Bloqueo Continental ordenado por Napoleón para aislar a Gran Bretaña -, no presenta síntomas de caducidad, sino de evolución.

El bloqueo económico se asocia a actos de guerra con el objeto de afectar la economía y desgastar al enemigo, causando desabastos, quiebras e incomunicaciones, contribuyendo en ocasiones a la muerte de poblaciones sin necesidad del uso de munición, este tipo de asedios conducen a la entidad afectada a resistir y a buscar romper cerco por todos los medios, reacciones naturales y previsibles cuando se sufre una asfixia -el bloqueo económico impuesto al Imperio del Japón fue una de las razones que condujeron a su entrada formal a la 2GM-.
A partir de 1959, los bloqueos económicos y demás sanciones impuestas en diversos momentos a la República de Cuba y a la República Democrática de Corea, condenaron a esos territorios al subdesarrollo, en ambos casos en corresponsabilidad directa de sus respectivos gobernantes, cuyos regímenes continúan intactos hasta la actualidad. Es decir, las sanciones económicas tuvieron leves consecuencias en el seno de las dictaduras que se pretendían afectar, siendo las poblaciones civiles las que sufrieron los mayores impactos.
El boqueo económico a Iraq que se prolongó desde 1990 hasta 2003, se dice que terminó por provocar más decesos que la propia Guerra de Iraq (el más conservador de los conteos arroja una cifra cercana a las 160 mil muertes civiles), en este caso se derrocó al régimen de Sadam Hussein, pero los conflictos de baja intensidad, el paso de múltiples organizaciones terroristas y la inestabilidad institucional siguen siendo la realidad del país al día de hoy.
¿Por qué hago este repaso? Las sanciones económicas, impuestos a Irán y Venezuela en últimas semanas representan un gran daño para la población civil de estos países que poca o nula responsabilidad tienen en relación a las acciones de sus gobiernos –mayormente en el caso venezolano-, por lo que la población es víctima tanto de la coerción proveniente del exterior, como de las medidas tomadas por sus propios gobernantes –en el caso de Irán, las justificaciones de las sanciones económicas que se le han impuesto presentan argumentos y pruebas endebles-.
El sistema internacional es altamente complejo e interrelacionado, la convergencia de todo tipo de actores y de intereses hace imposible que las injerencias extranjeras desaparezcan, que han sido parte de la realidad internacional desde el nacimiento del Estado nación, sin embargo, es importante atender y prever los efectos colaterales de estas medidas, incluso cuando sean implementadas con licitud (Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas) para evitar agravios que atenten contra la dignidad y la supervivencia de las poblaciones.
Los bloqueos económicos han propiciado más daños a la humanidad de los que han prevenido, en Irán y en Venezuela ahora amenazan con convertirse en la introducción de conflictos con dinámicas propiamente bélicas; es momento de estudiar nuevos marcos de operación y crear doctrinas que eviten circunstancias que puedan llegar a asesinar de manera silenciosa y sin reflectores a víctimas inocentes, que puedan representar el preludio de guerras convencionales y que confrontan más de lo que disuaden.