Twitter: @YessUrbina
El domingo se llevaron a cabo elecciones ordinarias en los estados de Aguascalientes, Baja California, Durango, Quintana Roo y Tamaulipas, mientras que en Puebla sucedió, al fin, la esperada y polémica elección después de la tragedia del diciembre pasado.
La sorpresa no fueron los ganadores, estaba claro que Morena acapararía las dos gubernaturas en Puebla y Baja California. Vale la pena resaltar que, en Aguascalientes y Durango, dominaron los triunfos del PAN y la coalición con el PRD. Pero lo que realmente vale la pena apuntar sobre estos comicios, es la participación ciudadana tan baja que hubo y la que no acapara titulares de medios ni análisis de los mismos candidatos o integrantes de los partidos.

Para tener la idea más clara, en estas elecciones la participación ciudadana más alta la tuvo Durango con apenas un 45% mientras que en Quintana Roo hubo solo un 22%, los demás estados rondaron entre el 29% y 34%.
Esto significa que más de la mitad de los mexicanos no están saliendo a votar.
¿A qué se debe esto? ¿Al desencanto de años con los partidos? ¿A qué se asume que Morena seguirá acaparando? ¿A qué los candidatos sólo ven por intereses políticos y no logran transmitir empatía alguna con los ciudadanos?
Si relacionamos las cifras de participación con las cifras de pobreza reportadas por el CONEVAL, en 2016 se reportó un 59.4% de pobreza en Puebla, en 2019 tuvo un índice de participación electoral del 33%, es decir, prácticamente sólo la mitad del total equivalente de su índice de pobreza salió a votar. Otro ejemplo, Quintana Roo alberga un 28.8% de pobreza y su participación fue de solo 22%. Y así puedo continuar con cada uno de los estados donde, en su mayoría, el índice de pobreza es casi igual al porcentaje de participación electoral. Esto nos dice que hay problemas que no se están atendiendo.
La Cuarta Transformación tiene una bandera que nunca había sido clara con otros partidos: acabar con la pobreza.
Aquí la pregunta es: ¿realmente se están tomando medidas para hacerlo con los nuevos gobiernos locales? ¿Se está logrando transmitir eso a los ciudadanos? Claramente no. Lo que vimos en estas elecciones fue más de lo mismo: alusiones personales para los candidatos, descalificación de propuestas donde unos se defendían “ofreciendo” más y la politiquería que tanto nos distingue. ¿Dónde quedan los ciudadanos?
Algunos podrán argumentar que los índices de pobreza de los estados donde se llevaron a cabo los comicios se redujeron comparados con años anteriores, sin embargo, hay un patrón que es necesario tomar en cuenta y es que no se está logrando que los mexicanos salgan a votar. En este caso, abordamos el caso del sector con pobreza, pero falta aumentar el de pobreza extrema y ahí entramos en una situación aún más grave, pues sumadas ambas cifras, tenemos cerca de la mitad o más de la mitad de la población con problemas graves que derivan en una reducción sustancial de oportunidades y en la desigualdad que abunda en nuestro país desde hace tanto tiempo.
Si no tenemos claro que hay problemas realmente graves que atender, estamos entendiendo todo mal y lo único que esperamos con esta Cuarta Transformación es más de lo mismo. Ese cambio profundo que hizo que Morena ganara la mayoría de estas elecciones, demuestra la sed de esperanza que tienen los pocos mexicanos que salieron a votar, pero también dejan a la luz el gran trabajo que hay por delante. No me atrevería a afirmar que es responsabilidad exclusiva de Morena cargar con un peso tan grande. Es una carga de nuestro sistema político y electoral también.
Urge que reflexionemos profundamente sobre el destino de los partidos en las elecciones intermedias de 2021.
Sabemos que Andrés Manuel López Obrador y Morena seguirán ganando terreno con base en las promesas de esperanza, el reto más grande es que logren transformar esas promesas en realidades. La oposición necesita cambiar el giro de su discurso y acción gubernamental en los territorios que aún gobiernan, si no quieren perderlos como sucedió con Baja California y Puebla.
La respuesta es fácil y complicada al mismo tiempo para todos los partidos: tienen que atender los intereses ciudadanos, la compra de votos y demás prácticas están dejando de dar frutos. Es momento de transformar la forma de hacer política.