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Si tuviéramos que honrar como el verdadero libro de La insoportable levedad del ser tendría que ser La inmortalidad de Milan Kundera. En esta novela este escritor existencialista lleva hasta sus últimas consecuencias el nihilismo en donde el vacío de la existencia no es un dolor sino un placer. El nihilismo explicado por Nietzsche sólo es una etapa que el hombre debe atravesar para encontrar la liberación.
La existencia se encuentra llena de episodios y causalidades que muchas veces no pueden tener sentido en la vida mortal del hombre aunque se trate de clasificar estos hechos en su vida y clasificarlos como lo hace este autor. Al final, entendemos que para entender el porqué de estos episodios o causalidades tendríamos que ser inmorales, como lo dioses y conocer el por qué fueron desencadenas. Sin embargo estos episodios sin “verdades y apariencia” brindan color y, en una paradoja, sentido a la existencia.
“La existencia se encuentra llena de episodios que y causalidad que muchas veces no pueden tener sentido en la vida mortal del hombre.”

Como es característico, el autor despoja de todo valor a lo trascendental en la vida del hombre y no por ello deja de meditar en ello. Empero, medita en las pequeñas cosas que habitan y suceden, dejando atrás las grandes preguntas para centrarse en lo pequeño como trascendental. Como lo son los gestos que gobiernan al individuo y que muchas veces no pertenecen a éste, que sin querer se apoderan o busca usurpar, para que vivan en él.
“Nunca sabremos por qué irritamos a la gente, que es lo que nos hace simpáticos, qué es lo que nos hace ridículos; nuestra propio imagen es nuestro mayor misterio.”
Si bien es cierto que la obra surge de la ensoñación del autor en donde una mujer desconocida y un gesto desencadenan la novela, ésta no puede ser sintetizada de manera aristotélica. La inmortalidad de Kundera es una invitación a la aventura y vida. No hay certezas ni conflictos ni finales. Existen digresiones que, en apariencia, no tienen sentido para enriquecer la trama principal, sin embargo, cuestionan al lector y lo incomodan. Milán es un autor que continúa incidiendo en hacer grandes preguntas sin tener grandes respuesta. El vacío y el placer es lo que acompañan esta novela.