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La Universidad de la Nación, la número uno de México, la que ocupa un lugar en el Top 10 de las mejores universidades de Latinoamérica, la que recibe a 1 de cada 10 estudiantes que realizan el examen de admisión, la máxima casa de estudios de nuestro país. La universidad donde mueren sus alumnas y parece no suceder nada.

La inseguridad no sólo ha inundado la calle, el transporte público, nuestras colonias, ahora (y desde hace mucho) ha llegado a la Universidad Nacional Autónoma de México.

Esta semana fue la muerte de Aideé Mendoza, estudiante de CCH Oriente, quien murió después de haber recibido un impacto de bala dentro del aula donde tomaba clases. Hace dos años fue Lesvy Rivera en las inmediaciones de Ciudad Universitaria, víctima de feminicidio. Y muchos otros casos donde la violencia, la inseguridad, el narcomenudeo y otros vicios continúan impunes y sin intenciones de resolución.

El caso de Aideé sigue sin esclarecerse, no sabemos exactamente de dónde salió la bala y por qué motivo, dudo que vayamos a tener la versión final pronto, pero me parece que eso pasa a segundo plano. Ella ya no está. Una alumna, una compañera, una joven con todo un futuro por delante que dejó su ciudad de origen para superarse murió, en su escuela, en su salón, tomando clase.

¿En qué clase de país vivimos y en qué clase de institución estamos donde pueden suceder tan atroces sucesos?

Foto: David Solís

Con Lesvy las cosas no cambian mucho, después de dos años de que su novio la asesinó, las autoridades de la Ciudad de México pedirán disculpas a su madre por las fallas cometidas en la investigación. Se decía que se había suicidado cuando su novio la estranguló con un cable de teléfono público en el plantel universitario.

La UNAM es un retrato pequeño de nuestro país. En la institución también circula el narcotráfico, la corrupción, la violencia de género y, sobre todo, la impunidad. Aideé y Lesvy no son los únicos casos de violencia, no olvidemos que hace un año balearon a una profesora de la FES Acatlán en las inmediaciones de la facultad ni a los más de 26 alumnos expulsados de distintos planteles por hechos violentos. La UNAM está plagada de violencia.

Tomando particularmente la situación de FES Acatlán, no se cuenta con seguridad efectiva. Cualquier persona tiene acceso sin credencial, cualquier persona puede pasar con un arma y nadie se daría cuenta. Si a eso agregamos que no solo este plantel sino la mayoría se encuentran en lugares de alto riesgo donde la delincuencia es parte de la cotidianeidad, entonces ¿por qué la institución no suma esfuerzos para mantener segura a su comunidad? ¿A caso están esperando más muertes para hacer algo o qué es lo que los detiene de tomar medidas que velen realmente por nuestra seguridad?

Más allá de los principios de la autonomía que siempre buscan justificar todo tipo de intervención externa a la institución, tenemos que ser conscientes de que ya no hablamos solo de delincuencia y violencia en las inmediaciones, hablamos de muertes dentro de las aulas que parecen merecer solo un pronunciamiento enérgico y la disposición de colaborar en investigaciones para esclarecer los hechos.

El narcomenudeo, la violencia de género, la corrupción y la impunidad son sólo algunos de los males que albergan en la UNAM y de los que todos tenemos conocimiento. No comenzó a suceder recientemente, sucede desde hace mucho y hoy está quitando vidas.

Exigimos sentirnos seguras y seguros en el aula de clases. Merecemos ser parte de una institución que no sea indiferente ante la muerte. Los paros ya no son suficientes, los pronunciamientos oficiales tampoco. Nos están matando y no está pasando nada.

Exhorto a las autoridades de la UNAM a tomar medidas en pro de la seguridad de todos los que formamos parte de la comunidad. Igualmente, a todas y a todos los que formamos parte de la institución a tomar consciencia sobre lo que hacemos dentro de la institución y a reflexionar si en el ejercicio de nuestra libertad estamos exponiendo a terceros y faltando a las reglas que nos comprometimos a respetar el día que tomamos protesta como alumnos.