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El inicio del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha sido decepcionante para varios, según el sentir que se puede notar en las redes sociales.
Si bien la oposición de vez en vez se extravía en discusiones ridículas como el boleado de los zapatos del presidente, si usa o no un Jetta, o si lo abuchearon mucho o poquito, algunos temas realmente relevantes han afectado la imagen del Gobierno, como las estancias infantiles, las consultas chabacanas, el aeropuerto de Santa Lucía, o las cifras que retratan la dramática violencia en el país.
Los cuestionamientos al poder siempre serán saludables en una democracia como la que aspiramos ser. Igualmente la exigencia de resultados, de que se cumplan las promesas.
Sin embargo, en algunos casos se leen comentarios trasnochados, en los que se dice extrañar a expresidentes como Enrique Peña Nieto o Felipe Calderón (Por suerte, nadie añora Fox pues ya sería caer en la locura).
Olvidan, sin embargo, las cuentas que entregaron ambos presidentes.

En el calderonismo, por ejemplo, se desató la ola de violencia que hoy en día sigue. Fue en ese sexenio en el que en este país se perdió el respeto por la vida. Fue en ese sexenio donde México se convirtió en el país de los milagros: Mucha gente de milagro comía, otros de milagro se salvaban de una bala, unos más de milagro volvían con bien a casa.
Hoy el expresidente pretende dar cátedra de cómo gobernar, de tal forma que nos hace pensar que en su sexenio sólo le faltaba una cuenta de Twitter para resolver los problemas del país.
En el caso de Peña Nieto, olvidan, por ejemplo, la grotesca corrupción y conflictos de interés en el Gobierno. Se olvidan además de todas las cuentas pendientes, como el caso Odebrecht, la ‘Casa Blanca’, las estafas maestras, el socavón o la ‘verdad histórica’ de Ayotzinapa.
Se olvidan además de las promesas incumplidas, como el crecimiento económico del 5%, el derrame de beneficios de las famosas reformas estructurales y hacer que los mexicanos “vivamos mejor”.
Ambos presidentes tienen la fortuna de que muchos les consideran graciosos y protagonizan muchos memes.
Sin embargo, luego de la risa se les debe recordar por lo que hicieron, y lo que no, cuando fueron presidentes. Y si bien en ambos gobiernos hubo cosas positivas, al hacer un ejercicio básico de memoria encuentro difícil que haya lugar para un sentimiento como el de extrañar.
Pero cada quien.
La Puerta Grande: Viva la cerveza fría. Ya pónganse serios en los congresos, por favor.