Twitter: @CLopezKramsky
La llamada cuarta transformación tiene una característica que la distingue en todos los órdenes de gobierno: su desenfrenada ansiedad y necesidad de cambiar las cosas, sin importar si esos cambios son justificados o no. El Gobierno Federal está plagado de ejemplos de decisiones que transforman un estado de cosas, muchas veces sin un aparente sentido; pero también en los gobiernos locales hace viento y para muestra está el de la Ciudad de México que anunció que, tras los seis más exitosos años del Maratón de la Ciudad de México en la historia, la ruta cambiará en este 2019. En un inicio, se prometió una ruta completamente nueva, que recorrería los puntos y monumentos más importantes de la ciudad, pero al final, el comité organizador se conformó con dejar prácticamente la misma ruta, pero en sentido contrario. El Maratón de la 4T es solo eso, un recorrido en contra por el mero gusto de hacerlo.

Como en todo asunto humano, hay detractores y partidarios de la ruta que va del Hemiciclo a Juárez al Estadio de Ciudad Universitaria, pero no podemos negar que ese recorrido, que emula al del maratón de los Juegos Olímpicos de 1968, ayudó grandemente a que el Maratón de nuestra ciudad pasara de tener entre diez y quince mil participantes en la década pasada, a más de 40 mil en las últimas ediciones, lo que lo coloca como el más grande de América Latina y uno de los diez más concurridos del mundo.
Además, también coadyuvó a que la gente de la ciudad saliera a las calles a vivir la fiesta del maratón; los que lo corrimos hace diez, quince o veinte años podemos constatar que en ese entonces, más que apoyo de la población, recibíamos muchas mentadas por parte de los automovilistas molestos por las calles bloqueadas. En consecuencia, la seguridad para los corredores se incrementó exponencialmente y ya no se dan casos de automóviles invadiendo la ruta o avanzando entre los participantes. En suma, la evolución del Maratón de la Ciudad de México lo ha llevado a ser el único de América Latina con Etiqueta Oro de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF, por sus siglas en inglés). En realidad, son logros que hay que reconocer, a pesar de que sigue teniendo muchas deficiencias considerables.
Cambiar lo que se ha hecho bien no tiene mucho sentido si se cambia solo por cambiar; la ruta de un maratón debe ser emblemática, constante, tener significado e historia y eso no puede conseguirse si cada ciertos años se modifica por la necesidad de poner distancia con la administración anterior. Sería muy difícil imaginar un cambio en la ruta de maratones emblemáticos como Nueva York, por ejemplo, que tiene la misma ruta desde 1976, la cual fue diseñada para cumplir dos objetivos: tener un maratón en las calles de la ciudad al igual que Boston y para unificar sus cinco “boroughs” (Staten Island, Brooklyn, Queens, Manhattan y el Bronx) con una carrera pedestre que los atravesara. Sería una locura desechar esa historia solo porque el nuevo alcalde de la ciudad quiere poner “su sello” transformando por transformar.

Otro ejemplo claro es el Maratón de Boston, que celebró su edición 123 hace dos semanas; quienes corrimos esta competencia el pasado 15 de abril, pasamos por la misma ruta que, desde 1924, recorre Hopkinton, Ashland, Framingham, Natick, Wellesley, Newton, Brookline y Boston. Para estas ciudades de Nueva Inglaterra, el curso de la carrera sirve de gran celebración del “Día del Patriota”, uno de los días festivos más importantes de la región. Creo que a nadie en su sano juicio se le ocurriría modificar el recorrido, a menos que hubiera una gigantesca e innegable razón para hacerlo.
Hay otros muchos ejemplos de grandes maratones que tienen historias similares; el nuestro, por fin había alcanzado una ruta con significado histórico y emotivo que hemos mandado a la basura con el efímero argumento de que la nueva será más plana y con ello se evitarán las subidas que molestaban a algunos corredores; ¡por dios!, Nueva York y Boston tienen recorridos exponencialmente más difíciles y nadie se abstiene de correrlos por esa causa: ¡es un maratón! Y se corre con lluvia, sol, humedad, niebla, nieve, subidas, bajadas, baches y mucho, mucho dolor.