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Según Gilles Lipovetsky en su célebre ensayo: La Era del Vacío de 1986 sugería que la era posmoderna fue un espacio donde el hiper individualismo fue mediado por una sociedad de consumo, medios masivos de comunicación, un afán por el espectáculo y la apropiación de capital social y cultural con el fin del goce y emanciparse del discurso disciplinario-revolucionario, si bien algunas de estas premisas son aplicables en el desarrollo histórico de la cannabis, también se encuentra contrastado con la realidad y el actual ambiente de polarización política y vuelta a las tensiones entre los nacionalismos y globalismos.

Sin duda el debate internacional y nacional respecto al cannabis es uno de los temas que mayor foco tiene en la opinión pública. En este sentido, existen particularidades locales respecto a las prohibiciones de cannabis y sus productos, primero podríamos identificar que: ha sido utilizada de forma curativa, comestible, textil y suntuaria en los últimos 500 años, incluso hay quienes la fechan con usos que data de entre 3 mil y 5 mil años.

Segundo es que la cannabis se encuentra prohibida de manera global desde 1961 lo cual ha acarreado limitaciones respecto a la investigación científica y a su aprovechamiento integral, así como una serie de preconcepciones y estereotipos, dicha prohibición ha desencadenado una proliferación de mercados ilícitos y afectaciones a la salud de los usuarios que no pueden acceder de manera segura a la planta y sus derivados, lo cual ha potencializado una sofisticación en las personas que la usan, una conciencia política en algunos, e hiper-mercantilización en otros, la cual también ha significado que grupos de poder económico deseen capitalizar estos mercados.

Fuente: covasoftware.com

Y tercero es el actual ambiente, de ciertos acontecimientos internacionales como la legalización de manera federal en Canadá y Uruguay que suponen horizontes distantes tanto políticos como económicos y culturales, por ejemplo, el modelo de venta de cannabis en Canadá es mercantilista y restrictivo centrada en el individuo, mientras que en Uruguay es de corte estatista higienista institucional, centrada en el bien común.

En una segunda capa contemplaría cambios locales que han ido de radicales a reformas paulatinas, tales como la legalización del cannabis para uso adulto o “recreativo” en la Unión Americana. De manera paralela encontramos las regulaciones locales respecto a los derivados farmacéuticos del cannabis ya sean sintéticos o en fitocannabinoides los cuales han sido reconocidos en mas de una docena de países en la última década tales como: Argentina, Chile, Israel, Italia, Colombia, Puerto Rico, República Checa, Nueva Zelanda, Italia, Rumania, Suecia y México entre otros, denominada como “Mariguana Medicinal”.

A manera de conclusión señalaría de manera reflexiva y no condenatoria que; si bien, como mencionaba con la analogía de la Era del Vacío; la frivolidad y el consumo suntuario y “medicinal-farmacológico” son una herencia del discurso moderno y posmoderno, la cannabis cada vez más estará centrada en el individuo y en las ganancias económicas, por lo que veremos a mi parecer una atomización del debate regulatorio que están de manera paradójica, en una constante tensión respecto a la emancipación del discurso disciplinario mediante la  judicialización de sus derechos.