Twitter: @JOHN_OLIVERA
Los esfuerzos empeñados durante doce años de campaña de Andrés Manuel López Obrador al fin rindieron frutos con grandes expectativas de un cambio general en nuestro país que hoy es llamada Cuarta Transformación. Por un lado, un marketing político que se fue vendiendo en contra de gobiernos del PRI y el PAN para “demostrar” que el país no iba por buen camino; haciendo señalamientos de corrupción y todos aquellos errores que se hacían públicos en los medios de comunicación y redes sociales. Y una campaña permanente – independiente de victimización con un perfil bajo, posicionado en los niveles correspondientes desde extrema pobreza hasta parte de la clase media para simpatizar con los sectores mayoritarios del país.
La “Cuarta Transformación”
La visualización de esta campaña que hoy en día se encuentra en auge se posicionó con una perspectiva de cambio, beneficio y justicia social, lo cual logró colocar a Obrador en la silla Presidencial. Sin embargo, a cuatro meses de gobierno se da a notar la otra cara de la moneda.
Quien señalaba con el dedo (AMLO) a las autoridades y gobiernos enteros por actos y delitos cometidos en sus administraciones, hoy simplemente los descalifica asumiendo que son “adversarios” que “no desean un cambio en México”. ¿Ocurrencia o fantasías mentales?
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En la inauguración del Salón de la Fama de Béisbol Mexicano, en Monterrey, Nuevo León.
Se ha visto un López Obrador y una 4T carentes de realidad, traviesos y fifís. No se debe escupir al cielo porque todo tiende a caer por su propio peso. Se han incrementado el número de eventos en donde los aplausos y porras se convirtieron en protestas y reclamos. La falta de cumplimiento a las promesas de campaña y acciones de gobierno que no satisfacen necesidades del pueblo han provocado una desaprobación de quien prometió cambios para el beneficio del ciudadano.
¿AMLO es diferente?
Sí, sus acciones dicen más que mil palabras. La prueba está en el ridículo de las ternas que propuso para la Comisión Reguladora de Energía (CRE), pese a que los aspirantes no contaban ni cuentan con la preparación ni los conocimientos suficientes para ocupar el cargo, simplemente, después de reprobar dos veces las evaluaciones, el presidente Obrador designó a tres de cuatro aspirantes al cargo como comisionados. Fifís (fantoches, sabelotodo, hipócritas, doble cara) según el significado de la palabra para López Obrador. Echó andar el aparato del Estado para su propio beneficio justificando que dichos aspirantes son “honestos” y no “achichincles”. Gobierno a modo.
La única razón por la cual Andrés Manuel no se preocupa de equivocarse es porque ya es Presidente Constitucional, está en el poder, logró lo que quería. Motivo suficiente para hacerle creer al pueblo que es sabio, que tienen el poder para decidir sobre las acciones de gobierno en el país.
Reflexión
En este gobierno se dice en público que se acabó la corrupción tolerada, pero en el oscurito se permite la adjudicación de contratos directos sin licitación como se prometió en el 51 y 52 de los cien compromisos de gobierno de AMLO.
El señor del 86% de aprobación acusa exservidores públicos de oposición de riquezas que, según él, fueron adquiridas de manera ilícita, pero aprueba que integrantes de su gabinete tengan y no declaren propiedades en Huston, Texas. En su administración los conflictos de intereses son legales, que los nominados a los órganos autónomos sean ignorantes, pero poco a poco le van aprendiendo y la única verdad sea del Sr. presidente, de nadie más. ¿Qué nos espera más adelante?