Twitter: @AlfiePingtajo 

I

Hace años sufrí un episodio depresivo/ansioso y somatizo en un coctel de migraña y vértigo. Con medicación, terapia adecuada y una linda bóxer logré salir adelante, de tal forma que vivo sin depender de medicación. Habrá que decir, lo mío son episodios que explotan ante una rutina excesiva o una presión constante.

En determinados momentos necesito terapia y en otros la abandono, pues me asfixia.

Sin embargo, es cierto que sin el apoyo de mi familia y de mis amigos, no podría haber sobrellevado el trance.

El Teatro también fue un gran salvavidas.

II

Cuando alguien se suicida, una parte mía entristece. Mi cerebro piensa: ése pude ser yo.

El suicidio de Armando Vega-Gil me pegó. Me dolió por la forma en la que se fue y por la cercanía que tuvo con muchas amistades que quiero y admiro.

Me afectó porque, en la última Fil-Minería que pude asistir, logré conocerlo y noté su alegría, pero también leí su dolor. Quizá entre depresivos clínicos y episódicos nos reconocemos.

Leí su carta y sentí sinceridad, dolor, confusión y miedo a no encontrar salida.

Luego sentí impotencia porque ni propios ni extraños han logrado entender lo que escribió y buscó expresar.

Fuente: rotativo.com.mx

III

En días como esta semana desearía que nos cayera una bomba y nos extinguiera.

Mueren mujeres y niñas; y no nos inmuta.

Violan mujeres y no nos importa.

Violan, golpean y humillan a integrantes de la comunidad LGBTTIQ y no pasa nada.

Vivimos en un momento de todos contra todos; donde cada día perdemos y nos extraviamos más.

Hombres y mujeres festejaron un suicidio y otros se lo pidieron.

Si lo enumerado no es síntoma de lo jodido que estamos, no sé que sí lo sea.

IV

Las redes sociales hicieron posible la primavera árabe, pero también han humillado a hombres y mujeres.

Las redes sociales han sido el reflejo de lo que somos como sociedad.

Las redes sociales fueron vitales en el pasado temblor y también demostró que, si nos organizamos, si nos hermanamos, podemos salvarnos y ayudarnos a salir de entre las ruinas.

Hoy las redes sociales han sido el vehículo para canalizar todo aquello que tanto autoridades como sociedad no han logrado atender: la violencia sistematizada contra la mujer.

Inspiradas por el #MeToo internacional, las mexicanas alzaron la voz para denunciar lo que han venido padeciendo durante años. Aunque habían comenzado con #RopaSucia.

Algunas mujeres buscan evidenciar el machismo y arrancarlo de raíz e invitar a los machos a reconocer, asumir y resolverlo a través de terapias. Otras quieren ver a los hombres arder, desaparecer.

En un país como México la figura de anonimato es necesaria. Sin embargo, sabemos que en las redes sociales esa figura es un arma de doble filo; pues crear un perfil falso es más fácil que robarle un dulce a un niño y bajo esa sapiencia es que, tal vez, tendrían que haberse tomado precauciones a la hora de compartir las historias.

En México como sociedad, habría que reconocerlo, hemos privilegiado la culpabilidad por encima de la presunción de inocencia, y más en el caso de las mujeres.

Los posicionamientos de Kenia Abril Lara[1], Blanche Petrich[2] y Gabriela Warkentin[3] son valiosos y presentan un buen análisis de lo ocurrido.

 

V

Ni todos los hombres son unas bestias ni todas las mujeres son perfectas.

En mi experiencia personal tanto hombres como mujeres me han violentado.

Si te sientas de una forma eres “joto”, que si a cierta edad te sigue gustando cierta música eres inmaduro y quizá “marica”.

Si tu prioridad no es el sexo y prefieres establecer otro tipo de vínculos emocionales e intelectuales, entonces, seguro eres gay.

Cómo puedes ser hombre y estar más de tres años sin pareja, sin sexo; de seguro estás enfermo.

O la más dolorosa: elige tu familia o yo; y al elegir mi familia, la persona se azotó con puertas, paredes y amenazó con suicidarse frente a mí.

Yo he perdonado a las mujeres y hombres que me han afectado.

Cuando lo necesito, acudo a terapia.

Vivo buscando dañar lo menos posible al otro y antes que hacerlo, prefiero dañarme a mí.

VI

Yo anhelo un México donde, mujeres y hombres, convivamos en armonía y hayamos logrado construir un espacio más habitable.

Deseo que juntos pongamos, simbólicamente, una pistola en la sien a presidentes, gobernadores y legisladores para creen y apliquen las leyes que necesitamos para castigar a los feminicidas y violadores.

Quisiera que seamos capaces de reconstruir y establecer los nuevos parámetros para relacionarnos sin dañarnos.

[1] <iframe src=”https://web.facebook.com/plugins/post.php?href=https%3A%2F%2Fweb.facebook.com%2Fkeniabrilara%2Fposts%2F10218484303996362&width=500″ width=”500″ height=”318″ style=”border:none;overflow:hidden” scrolling=”no” frameborder=”0″ allowTransparency=”true” allow=”encrypted-media”></iframe>

[2] https://www.jornada.com.mx/ultimas/2019/04/02/metoo-mexicano-hoguera-fuera-de-control-7200.html

[3] https://elpais.com/sociedad/2019/04/04/actualidad/1554340291_561225.html?id_externo_rsoc=TW_CC