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Sobre la mesa
Hay que reconocer que en la actual administración federal hay aciertos como el combate al huachicol (por algún lado se tenía que comenzar), el programa Jóvenes Construyendo el Futuro o la propia Reforma Laboral; sin embargo, en cuatro meses de gobierno también hay desaciertos, uno de ellos es el (mal) manejo de la crítica.
Durante su campaña y ahora como presidente, Andrés Manuel López Obrador ha prometido que la libertad de expresión está garantizada, se respetará el derecho a disentir, es una de las frases que más ha repetido en sus discursos. Pero ¿cómo debería ser la libertad de expresión al estilo AMLO?
El Artículo 7 constitucional la define como la libertad de difundir opiniones, información e ideas, a través de cualquier medio, la cual no se puede restringir. Hasta el momento, no hay un caso documentado de censura, no como lo que pasó con Carmen Aristegui cuando publicó la investigación de La Casa Blanca.
El problema es cuando hay una crítica hacia el gobierno, el presidente o Morena, pues quién se atreve a opinar en contra es tachado por el mismo López Obrador como “Conservador” o “Fifí” y con esto, parece que para el Presidente la libertad de expresión significa únicamente reconocimientos y felicitaciones a su gobierno.
Quién se atreve a opinar en contra es tachado por el mismo López Obrador como “Conservador” o “Fifí”.
Si bien es cierto que no se han usado los instrumentos gubernamentales para perseguir a los críticos, hemos visto los abucheos hacia los gobernadores de oposición, como parte de un protocolo de Morena en las giras presidenciales por los estados.
Inauguración del estadio de béisbol ‘Alfredo Harp Helú’, desde Ciudad de México. https://t.co/g8bbC16Q6X
— Andrés Manuel (@lopezobrador_) March 24, 2019
Este fin de semana durante la inauguración del nuevo estadio de los Diablos Rojos de México el presidente Andrés Manuel López Obrador recibió abucheos y su respuesta fue el reflejo de la intolerancia hacia la crítica.
“No voy a hablar mucho porque hay algunos de la porra del equipo fifí, pero la mayoría de la gente está a favor del cambio y a favor del rey de los deportes, el béisbol”.
Fue su respuesta, descalificando y polarizando. Los que aplauden, son los buenos; los que abuchean, son los malos, al menos esa es la lógica del presidente.
López Obrador no ha entendido que él ya no es un candidato, ni si quiera el líder de Morena; él es el Presidente de la República y debe guiarse como tal, aceptando la crítica. No es el primero que es abucheado, Felipe Calderón, Miguel de la Madrid, Gustavo Díaz Ordaz, son algunos presidentes que recibieron abucheos en eventos y continuaron con sus discursos, respetando a los inconformes.
AMLO es el primero en afirmar que se respeta el derecho a disentir y es el primero en no hacerlo al descalificar la crítica y la manifestación de ideas en contra de su gobierno, así como pasó durante la inauguración del estadio de los Diablos.
Su reacción debió limitarse a continuar con su discurso y no contestar a los abucheos, mucho menos calificando a quienes gritaron como “fifís”.
#SinMurosNoticias
? #AMLO es abucheado al inaugurar estadio de los #DiablosRojos en #CDMX; al saltar a la grama, los aficionados soltaron abucheos para el Primer Mandatario y se escucharon gritos de “¡Fuera, fuera, fuera!”. https://t.co/SZPxFIceTI pic.twitter.com/WGi5V2ekej— Sin Muros (@SinMurosMx) March 24, 2019
En ningún lugar se establece que el presidente tenga que ser ovacionado en todos los eventos a los que asiste. Es cierto, tampoco está prohibido que el mandatario conteste, pero guardar mesura y convencer a los inconformes con el trabajo, habla mejor de un político en una sociedad demócrata.
Y a lo anterior hay que agregar los homicidios de periodistas, en este año les ha sido arrebatada la vida al menos a cuatro colegas, México es uno de los países más peligrosos para ejercer periodismo ¿Cómo puede haber respetado a la libertad de expresión sino se puede ejercer como profesión?