Twitter: @HadaCosquillas
Hoy día las redes sociales más que ser un escaparate de la humanidad, parecen ya, parte de nuestra estructura ontológica. Es un tema digno a reflexionarse y no sólo por lo ya evidente como el tema de la certeza sobre la facilidad de crear diferentes identidades y poder fingir ser quien no se es y por ende, el peligro que esto puede generar.
Considero que hay un punto de reflexión que últimamente ha llamado mi atención y que me parece compete a todo aquel que se jacte de ser crítico y reflexivo. Confieso que yo soy muy activa en las redes debido a mi ejercicio profesional, pero también porque es un hecho que las redes te atrapan y te idiotizan al grado que pierde uno conciencia del tiempo que se puede estar conectado. Y es justo éste el punto, se genera una conexión tal que al perderte en ello, se corre el gran riesgo de perder la noción de qué es real y qué es virtual. Ya muchos son los datos que arrojan que estar frente a la pantalla genera incluso depresión y alteración en el sistema nervioso, mucho ya se han dedicado a desarrollar el perfil de aquellos que tienden a publicar ciertas cosas o ciertos tipos de fotos.
Cierto es que las redes sociales han abierto una brecha de investigación en diversos ámbitos porque sin duda alguna, han venido a replantear un poco la perspectiva antropológica. Pero yo aquí el punto que quiero poner sobre la mesa es el de los derechos. Si, tal parece que hay derechos que hemos perdido por nuestra inclusión en una red social y me explico: ¿Cuántas veces no se han sentido obligados a responder un mensaje aunque no quieren? Tal parece que hemos perdido el derecho a nuestra libertad de decidir si hablar o no, pues a veces nos llegan mensajes de Whatsapp y si aplicamos el derecho a no responder no falta alguna persona controladora que ya se preocupó y te hizo víctima de su tragedia mental y entonces te reclama, no falta el que se indigna porque ya supuso que seguro está uno molesto y entonces reclama la falta de atención.
¿Acaso es imposible pensar que simplemente no se quiere estar en comunicación con nadie?
Es una especie de tiranía la que se ejerce y que viola todo tu derecho a guardar silencio. La “tragedia del dejar en visto” incluso es generadora de conflictos ¿se han puesto a pensar las repercusiones que esto tiene? Aquellos que son controladores se enferman aún más y aquellos que no solían serlo comienzan a serlo, como si el otro no tuviese derecho a la libertad de no estar “visible” ¿En qué momento se perdió la intimidad? ¿En qué momento se volvió obligatorio estar a la disposición de los demás? Nos hemos dejado secuestrar por tal dinámica y hasta una especie de síndrome de Estocolmo se hace presente, cuando uno mismo es quien no puede dejar de estar pegado al móvil.
Otro de los derechos que he visto violado es el derecho a pensar por sí mismo, pues tal parece que es terrible que no se esté de acuerdo con el otro, las redes sociales como Facebook y twitter son campos de batallas de los egos de cada individuo, la violencia en todo su esplendor lingüístico fungiendo como el arma para herir incluso de muerte, la cual es simulada con el encantador “bloqueo”. ¿Cuántas veces no te han bloqueado o tú decides bloquear a alguien por el hecho de que piensa diferente a ti? Hace poco alguien me decía que estaba bloqueando a todos aquellos seres que posteaban cosas que le hacían enojar y que por salud mental prefería ya no seguirles. Me parece un acto válido en el sentido de ir seleccionando lo que uno consume pero por otro lado, denota la poca tolerancia al discurso del otro.
He sido testigo de incluso molestias familiares y bloqueos por el hecho de que se piensa diferente, los egos se hacen presentes, poniéndose los individuos a la defensiva, tomándose cualquier comentario a título personal y susceptible de sentirse ofendido por cualquier opinión contrario o sentirse cuestionados con respecto a las propias. ¿No les parece un tanto cuanto irracional y absurdo que lo que se diga en un ambiente de este tipo sea tan tomado en serio? Recuerdo cuando trabajaba en una consultoría digital en donde se generaban contenidos para redes, si bien, nuestra labor era hacer las cosas lo más perfectas posibles y no tener ni un sólo error, pero nuestra exigencia entre compañeros e incluso nuestra propia exigencia se volvió recalcitrante.
En definitiva, perdimos la dimensión de que nuestro trabajo duraba apenas unos cuantos minutos a la vista de las personas y que si se cometía un error ortográfico no era tampoco tan grave y que además había posibilidad de corregirle, pero parecía que una vez posteado, se lanzaba una bala y ésta entonces mataría al amigo y no al enemigo y ya no habría marcha atrás. Sí, así de absurdo termina siendo la importancia que damos a lo que acontece en esos entornos virtuales que en realidad poco, muy poco nos dice de la verdadera esencia humana, y lejos de unirnos nos separa si no sabemos utilizar en realidad las herramientas pues si bien, tienen su lado amable pues podemos estar en contacto con personas con las cuales hace unos años hubiese sido complicado o muy costoso saber de ellas, sin embargo, hemos abusado del uso al grado de caer en el absurdo y en ceder nuestra propia intimidad y libertad pero a la vez también volvernos los verdugos de quienes buscan hacer valer su derecho a no responder, a diferir, a no mostrarse e incluso a desaparecerse de esos entornos.
Tal parece que la existencia se rige por el número de seguidores, likes, y el movimiento que haces en tus redes. ¿No les parece muy agotante tener que alimentar una vida virtual y además estar en tu vida real porque tal parece que se están fusionando? Yo empecé a conocer esto de las redes por cuestión lúdica y de curiosidad, recuerdo que comencé con Myspace la cual me encantaba porque ahí yo me enfocaba más en cuestiones musicales, poco realmente se compartía de cuestiones personales, de repente, todo se volvió Facebook y posteriormente los mensajes de celular se volvieron la única manera de comunicación pues raro es, quien llama para saludar. Es justo la gran paradoja, entre más interconectividad menos conectividad social.
Es este ahora nuestro mundo, un mundo de seres que se ocultan a través de una pantalla, un mundo de tiranos y verdugos que se creen con derecho de invadir la vida de cualquiera y un mundo de egos especialistas y expertos en todo y jueces de las opiniones diversas. Yo tan sólo me pregunto ¿de qué modo nos está ayudando a ser mejores seres humanos?