Twitter: @aldorafaello 

Circo de tres pistas

El pasado mes de febrero, un par de niños de un medio llamado Radioaventureros hicieron dos preguntas al presidente López Obrador ¿los temas? Desapariciones y fuga de cerebros, problemas entrelazados más de lo que parece. Como todo político con el colmillo del tabasqueño, respondió de manera ambigua sin dar ‘cómos’ ni ‘cuándos’ atendería los dos cuestionamientos.

“El programa de becas se va a mejorar para los que estudian maestría, doctorados, para los que se dedican a la investigación científica, a la innovación, van a tener posibilidades amplias para que puedan aportar sus conocimientos al desarrollo del país”.

Respondió Andrés Manuel López Obrador sobre la migración calificada.

YouTube video

Sin embargo, en diciembre el Gobierno Federal recortó en ocho por ciento el presupuesto destinado al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y una semana después de las preguntas hechas por los niños reporteros, el presidente se fue al cuello de la ‘mafia’ que hay en la ciencia e incluso los acusó de “no ser tan buenos”. 

Pero más allá de una serie de comentarios y señalamientos —reales o no— ¿qué se ha hecho en estos 19 años para evitar que los cerebros mexicanos se vayan a otro país? En cuatro letras: nada.

Según el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, el 13.5% de mexicanos con posgrado vive en el Estados Unidos , que en 2015, la cifra de personas con algún título de maestría y doctorado ascendía a un millón de personas; y si contamos el número de científicos por habitante, la cifra se encarece. Números del Banco Mundial y de la Unesco demuestran que la falta de científicos en México es comparable con países como Tanzania y Senegal al reportar 244 investigadores por cada millón de habitantes.

La escasez de gente preparada se debe al mínimo presupuesto invertido por el Estado, equivalente a poco menos del 5 por ciento. Y no es todo. El ínfimo número de plazas creadas (de acuerdo con el documento El Sistema Nacional de Investigadores en números) y la poca inversión de capital privado, hacen el caldo de cultivo perfecto para ahuyentar a los pocos talentos y que los ‘ordeñen’ otros países.

También es cierto que México se ha volcado a establecer relaciones de poder donde hay presupuesto —incluida la ciencia— situación que niega la rotación y el ascenso de nuevos elementos a cargos de alto impacto científico. En la UNAM sobran de ejemplos, y son evidentes cuando se otorgan reconocimientos a determinados académicos quienes mantienen sus cargos y salarios, aun sin generar investigaciones trascendentes, o peor, explotando a estudiantes quienes dan todo por el prestigio de estar con X o Y científico.

Estas situaciones hacen que los jóvenes busquen oportunidades fuera de las fronteras, a veces incluso sin ejercer su profesión pero con un salario más digno del que pudieran recibir en su tierra, dado que no todos los países de acogida les abren las puertas fácilmente a sus sectores productivos como se piensa.

Todo esto ocurre sin calcular la cantidad de dinero que se pierde en formación de un cerebro que se fuga y que en otras latitudes es aprovechado cuando podrían aportar su conocimiento de este lado.

La 4T debe ir encaminada, no sólo en términos discursivos, sino en generar una verdadera sacudida en todos los sectores que aportan al país: seguridad pública, social, educativa, económica, alimenticia, cultural y científica, son ejes que debe atender el actual gobierno, porque de nada servirá que el presidente permita que cualquier persona le haga preguntas, sino hay una estrategia para generar un cambio a largo plazo. Al tiempo.

De a tuit

El Vive estuvo bueno con los Tacubos y Santana pero sin duda son pocas las propuestas nuevas que aportan a la escena musical mexicana. Pregunten al Abulón o los Liquits que andan cerca de las 10 presentaciones en estos 20 años.