Twitter: @citlaestrella

“No existen fenómenos morales, sino solo una interpretación moral de fenómenos”.

F. Nietzsche

El pasado viernes 8 de marzo se conmemoró el día de la mujer. En la Ciudad de México se llevó a cabo una marcha que permitió visibilizar diferentes tópicos referentes a las condiciones que viven las mujeres hoy en día dentro del país. Algunos de los hashtags que representaron la movilización fueron #8M, #VivasNosQueremos, #NiUnaMas, #SeVaCaer, #MujeresQueLuchan #NosEstanMatando #DerechoADecidir; los cuales orientan hacia los temas que deben abordarse no solo desde el aspecto feminista o de género, sino que conciernen a la sociedad en general.


Posterior a la marcha se viralizaron imágenes que mostraban las pintas de protesta que fueron realizadas alrededor de diferentes sitios (como estaciones de metrobús, cortinas y muros de edificios, monumentos sobre avenida Juárez, etc.) por asistentes durante el recorrido.

Lo que más llama la atención de dichas publicaciones en redes sociales digitales son la oleada de comentarios reprobando tales acciones y acusando a las personas responsables de dichos “rayones” de vandalismo, agresión, violencia y desorden público.

En este caso, como era una movilización por el día de la mujer, automáticamente se señaló a las asistentes como revoltosas e incongruentes.

Respecto a esta reacción quiero profundizar. Me parece insólito que a veces seamos tan reduccionistas sobre los hechos que están a nuestro alrededor, y dejemos de lado la complejidad de la realidad social; es decir: Esos trazos en los muros no buscan ser solo expresiones arbitrarias, son manifestaciones profundas de un entramado de hechos que aquejan a las mujeres a nivel mundial.

Esas pintas representan simbólicamente algo superior: Quieren transgredir el orden establecido de ese sistema que a partir de sus fallas ha establecido un escenario de emergencia para el género femenino. Me frustra que no se observe tal rayón como un grito de alerta hacia las cuestiones relevantes que están sobre la mesa como feminicidio, cosificación e inequidad de oportunidades.

Al ver lo que han pintado durante la marcha, no es para que observemos el estilo o la técnica ejecutada, es para que nuestra mente tenga un enérgico estímulo que se enlace con sucesos lamentables de nuestra cotidianidad tales como que el estado de Nuevo León ha prohibido el aborto -aún en casos de violación-, la mofa realizada hacia mujeres deportistas como Alexa Moreno y Ana Guevara por su aspecto físico, el acoso dentro del transporte público, la prensa sexista y discriminante, el suicidio de una joven en Monclova debido a la presión social a la que fue sometida al haberse difundido en la red imágenes íntimas de ella sin su consentimiento, la desaparición y/o trata de mujeres, o que cada 160 minutos se comete un feminicidio en el país y ha instado a que el 56% del territorio mexicano tenga una alerta de violencia de género.

Así pues ¿ese rayón tenemos que seguirlo considerando como un absurdo? Si el sistema está fallando ¿Por qué debemos seguir sus condicionantes? ¿Por qué seguir con sus condiciones de lectura e interpretación? Me explico: Desde la infancia vamos interiorizando normas, las cuales apropiamos otorgándonos un sistema clasificatorio y valores para nuestro día a día; en este caso ver los rayones nos orienta a calificarlo como inadecuado, pues nos han enseñado -y nosotros aceptado- que eso no debe hacerse. Lo que dejamos fuera es que es una expresión emergente, algo que busca romper las relaciones discursivas y de poder establecidas, pues si seguimos actuando bajo sus reglas, entonces no se propiciaría ningún cambio.

No busco decir que no exista una regularidad en nuestras vidas a través de valores y preceptos, sino que en ocasiones, hay que ampliar el criterio y discernimiento para entonces comprender las acciones que están acaeciendo. ¿No es curioso que se descalificaron las pintas, mientras que los reclamos hacia el antimonumento -estructura de un símbolo de venus color rosado donde se lee: En México 9 mujeres son asesinadas al día ¡Ni Una Más!- instaurado ese mismo 8 de Marzo en Avenida Juárez fueran mínimos? ¿Será por la condiciones de interpretación que nos otorgan para decir: esto es vandalismo y esto no porque cumple con ciertas cuestiones de estilo? Nuestros valores los consideramos binarios e inamovibles, pero en palabras de F. Nietzsche: “Sería incluso posible que lo que constituye el valor de las cosas buenas y veneradas consistiese en el hecho de hallarse emparentadas con las cosas malas y antiéticas”i.

En realidad, no hay blancos o negros absolutos, todo es un cruzamiento de matices.

Por último, política se refiere a lo que queremos, a lo que podemos decir, a las propiedades de los espacios y los posibles temporales. Como bien señala M. Foucault:

“La política es la continuación de la guerra por otros medios”ii.

En el marco del #8M esos rayones se transformaron en una acción política, en una herramienta para hacer visible y decible algo. Si no se profana, es decir, se descoloca lo establecido ¿De qué manera vamos a crear nuevos dispositivos o nuevas formas de pensamiento? Siguiendo a Foucault “La rebelión no va a ser la ruptura de un sistema pacífico de leyes por una causa cualquiera. Va a ser el reverso de una guerra que el gobierno no cesa de librar”iii y a fin de cuentas nuestras acciones son el único espacio de libertad y resistencia que tenemos “quien alcanza su ideal, justo por ello va más allá de él”iv.