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Las perspectivas para la economía mundial en 2019 son desalentadoras. Las organizaciones internacionales, como el FMI, la OCDE el Banco Mundial y el Banco Central Europeo así lo pronostican. Desde hace algunos meses los escenarios de incertidumbre -que no son menores- nublan el panorama global: la guerra comercial entre Estados Unidos y China (y estancamiento de las exportaciones del gigante asiático), el accidentado Brexit (rechazado tan sólo hace unas horas en el Parlamento británico), el estancamiento de la creación de empleos en Estados Unidos, el débil crecimiento de la economía de la Eurozona y la recesión en Italia, la fragilidad de los mercados emergentes y la contención de Argentina por detener la caída de su moneda (al día de hoy tiene la tasa de interés mas alta del mundo), por mencionar algunos elementos que están generando inestabilidad.

Las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China son persistentes y no disminuyen aunque cada semana sus representantes comerciales anuncien avances en la negociación para poner fin a la disputa arancelaria. En el pasado mes de febrero, los intercambios comerciales de China cayeron un 9.4%. Sus ventas al exterior se desplomaron en febrero un 16.6%. Estos datos revelan una parálisis del comercio exterior chino.
En Estados Unidos el empleo se estancó en febrero al registrarse sólo 20 mil empleos. La cifra es la peor desde septiembre de 2017 y los expertos señalan que es resultado de un efecto combinado por el cierre parcial del gobierno y las nevadas ocurridas en el país del norte. No obstante, analistas alertan que es la primera evidencia de que la desaceleración está tomando cuerpo.
En lo que respecta a los efectos del Brexit, el rechazo del Parlamento a la ratificación del Acuerdo de Retirada alcanzado entre los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea y Reino Unido (a pesar de las garantías ofrecidas por la Unión) ha prolongado el clima de incertidumbre económica y financiera en la región a pocos días de la fecha en que teóricamente debiese materializarse y mantiene a los británicos en un “escape sin salida”.
En Francia el gobierno ha estado luchando con las protestas públicas masivas por el bajo crecimiento económico (0.3% en el trimestre) e Italia ha caído oficialmente en recesión y su gobierno populista ha emprendido una política de gasto irresponsable que ha derivado en aumentar su deuda, una de las más altas del mundo. El fantasma del incumplimiento de pago se ha estado presentando en Roma y ha encendido focos rojos por las repercusiones globales. La zona euro crecerá un raquítico 1% este año, lo que ante la menor ventisca puede desembocar en una tormenta insospechada. El pasado jueves el BCE inyectó liquidez a los bancos de la eurozona para ahuyentar el miedo a un agravamiento de la desaceleración.
Al otro lado del Atlántico, el Banco Central de Argentina disputa una guerra contra la volatilidad y caída de su peso. Tan sólo el jueves pasado el peso argentino perdió 4% de su valor frente al dólar y acumuló 11 puntos desde enero, casi cuatro veces más que la moneda emergente que le sigue en la lista de las de peor desempeño mundial (la moneda rumana).
En este difícil contexto es relevante anotar algunos datos: las economías emergentes (de acuerdo al Informe Global Economic Prospects publicado por el Banco Mundial) el empleo informal se ha elevado. Aproximadamente un tercio del PIB de las economías en desarrollo y de mercados emergentes proviene del sector informal y alrededor del 70% del empleo de esas economías reviste carácter informal. En estos países, el endeudamiento se ha incrementado sustancialmente y se destina una proporción cada vez mayor del ingreso público al pago de intereses de deuda.
El Informe referido anota que
“a comienzos de 2018 la economía mundial avanzaba a toda marcha, pero perdió velocidad durante el año y el viaje podría volverse aún más accidentado”.
“La buena noticia es que el riesgo de una recesión absoluta en 2019 es bajo. La mala es nos estamos dirigiendo a un año de desaceleración global sincronizada. Esta desaceleración podría llevar a un estancamiento global y a una fuerte desaceleración en 2020”, ha dicho el destacado economista y profesor de la Universidad de Nueva York, Nouriel Roubini.
Se vislumbran nubes oscuras en el horizonte. El enfriamiento de la economía mundial es evidente.