Twitter: @adelbuencomer
Amante del buen comer
Algo de lo que amo de la Ciudad de México es su versatilidad. En ella confluyen más de 20 millones de personas con diferentes ideologías, creencias, orígenes, gustos y niveles socioeconómicos. La mezcla de todo ello da como resultado una gama única de aventuras, experiencias y oportunidades que pocos lugares pueden poner a nuestro alcance.
Si a esto le sumamos que el buen comer no se limita a los largos manteles y cuentas de varios ceros, la posibilidad de encontrar un buen lugar para compartir alimentos y momentos varía en espacios y gustos capaces de satisfacer a cualquiera.
Una nueva modalidad que tomó fuerza en nuestra querida capital desde hace apenas unos cuantos años en el tema gastronómico es el de ubicar restaurantes o comedores en espacios que antes no se hubieran concebido. Una bodega de tienda, un traspatio, una terraza oculta de casona con historia, un viejo hotel, entre otros, son tan solo algunos de los ejemplos que puedo enlistar.
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Mi despedida de la Ciudad de México fue el pretexto idóneo para conseguir un lugar relajado, donde cupieran todos mis invitados, con buen ambiente, ricos tragos y variedad de alimentos que pudiéramos disfrutar. Un buen amigo me sugirió este espacio y la verdad es que la tarde fue maravillosa, disfruté el lugar, a mis acompañantes y el momento. Así fue como conocí el Comedor Escondido[1].
Llegar a este lugar es toda una aventura que no todos están dispuestos a realizar. Ubicado en el corazón del centro histórico de la ciudad, comparte con este su locura cotidiana y su complejidad. Para lograr el objetivo uno debe arribar por la calle de Venustiano Carranza, una vez ahí hay que dirigirse al callejón de los Tabaqueros donde el reto será sobrepasar de la mejor manera posible todos los puestos de recuerdos de boda, bautizo y eventos anexos junto con el montón de gente ansiosa de encontrar el mejor producto al mejor precio. Una vez adentrados en el callejón hay que encontrar el local con el número 16, entrar hasta el fondo y tomar el elevador al sexto piso.
Finalmente, en lo alto del citado edificio encontramos las diferentes propuestas gastronómicas que ofrece el comedor y al final de esto una deliciosa terraza que asimila el interior de una alberca, donde las mesas y el DJ se conjugan para hacer del escenario uno digno de cualquier tarde de sábado. Aunado a esta belleza, los precios de los productos son sumamente accesibles y la calidad de los alimentos muy buena.
Del lugar destaco los Sticks n Sticks[2] cuya especialidad son las brochetas de diferentes ingredientes con sazón oriental. En mi caso, probé la de lechuga, carne de res y camarón. Todas ellas bien servidas y con buen sabor. Carnívoros y veganos quedamos muy satisfechos y nuestros bolsillos también, ya que su precio definitivamente daba para comer mucho más.
Igualmente, la mezcalería del lugar ofrece deliciosos cocteles a precios súper accesibles. El día que los visité me deleité con cocteles de mezcal con Jamaica, otro con pepino y otro con piña.
En esa ocasión mis invitados también disfrutaron de tacos y tostadas de diferentes ingredientes (todos ellos con muy buenos comentarios) así como bowls de combinaciones variadas. Como pueden ver la propuesta es bastante rica en gustos, aunado a que a la hora de pagar cada quién tiene su cuenta abierta en los diferentes establecimientos, lo que permite que cada quién sea responsable de su comilona y alcohol.
Si algún día andan mercadeando por el centro y su tarde se los permite, déjense abrazar por este cálido lugar en medio del caos y el bullicio que alberga nuestro querido centro histórico.
¡Buen Provecho!
Amante del Buen Comer®
[1] https://www.facebook.com/ComedorEscondido/
[2] https://www.facebook.com/sticksnsticks