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La Guardia Nacional fue avalada en el Senado mexicano el pasado jueves 21 de febrero. Uno de los consensos logrados es la orientación que tiene para proteger a la población con base a la institucionalidad del servicio en torno a la seguridad pública, la Guardia Nacional tendrá un mando civil con respeto y garantías a los derechos humanos.
Las y los senadores aprobaron con 127 votos a favor, es decir votación en unanimidad en lo general y en lo particular la minuta que crea la Guardia Nacional, una institución de seguridad pública de carácter civil. Se destaca que tendrá un establecimiento con temporalidad de cinco años para que las fuerzas armadas se retiren gradualmente de las tareas de seguridad pública.
El dictamen aprobado fue devuelto a la Cámara de Diputados para sus efectos constitucionales, después deberá ser aprobada por al menos 17 Congresos estatales y posteriormente el Congreso de la Unión tendrá 60 días para expedir la Ley de la Guardia Nacional.

Por definición, será una corporación de carácter policial y competencia en el ámbito federal, su dirección estará en la Secretaria de Seguridad y a nivel territorial se coordinará con las fuerzas en las entidades federativas de lo largo y ancho del territorio nacional. Estarán regidos por una doctrina policial fundada en el servicio a la sociedad, la disciplina y el respeto a los derechos humanos.
Andrés Manuel López Obrador, presidente de la República Mexicana será el responsable de designar al titular del órgano de mando superior y a los representantes de las secretarías involucradas como Seguridad, de la Defensa Nacional y Marina.
La Guardia Nacional, será una fuerza intermedia entre la definición militar clásica y los cuerpos civiles de seguridad pública creados para hacer frente a amenazas de mayor peligrosidad como, la delincuencia organizada, terrorismo, narcotráfico, entre otros. Además, estarán subordinadas al mando de autoridades civiles.
Ciertamente, los acuerdos alcanzados para el establecimiento de la Guardia Nacional son producto de múltiples observaciones, con visiones de oposición y mayoría en beneficio de México, es de reconocer la altura política de nuestros representantes al anteponer el interés de las y los mexicanos a los intereses personales o políticos que poco abonan al crecimiento y pacificación del país. El proceso de deliberación fue fructífero, y nos otorga una potente lección de que en política, la creación de acuerdos y consensos son primordiales para legitimar el trabajo legislativo en favor de nuestro país.